Uso de fuentes reservadas
Uno de los valores fundamentales que garantiza la ley a los periodistas es el uso de fuentes reservadas para conocer, investigar y dar a conocer a la opinión pública hechos que sean de interés y que amplíen y fortalezcan la sana convivencia social y el funcionamiento de las instituciones democráticas. En los últimos días me tocó conocer el caso que afecta a mi colega Viviana González, redactora de Deportes de El Llanquihue, quien a raíz de una nota sobre el club local de fútbol publicó un tema crítico por gestiones de directivos, utilizando la reserva de la fuente para obtener los antecedentes que requería para darlo a conocer al público.
La nota generó a mi juicio una reacción desmedida de la persona en cuestión -Artemio Villalobos-, quien se querelló contra la colega, aduciendo en su presentación ante el tribunal, tras desechar un acuerdo conciliatorio, su deseo de proseguir en juicio. La presentación, y en mi modesta opinión, adolece de fallas técnicas que hacen poco viable la acusación.
El tema resulta interesante, porque el ejercicio de la colega está amparado en el artículo 7° de la Ley de Prensa que establece que los periodistas "tienen derecho a mantener reserva sobre su fuente informativa, la que se extenderá a los elementos que obren en su poder y no podrán ser obligados a revelarla ni aún judicialmente". En el periodismo de actualidad se trabaja principalmente con personas de relevancia pública relacionadas con los cauces o fuentes habituales; mientras que en el periodismo de investigación se realiza con personas conocidas o no, pero en donde los datos son de primordial relevancia. Esta parte de nuestra labor, a veces incomprendida, no puede ser sujeta a sanciones por cuanto se afectaría parte importante del ejercicio de la libertad de expresión, sentando un mal precedente, por lo que confiamos en el buen criterio de los tribunales para proteger la labor del Periodismo.
SERGIO VELÁSQUEZ AROS. Presidente Consejo Regional Los Lagos
El furioso inmigrante
En su carta del pasado viernes 9 de noviembre, el furioso inmigrante señor René Fuchslocher Raddatz, nos ofrece una vomitiva ensalada disfrazada de ideas, pero que no supera la palabrería y el panfleto. Habla de autores y de obras que no ha leído o no ha comprendido.
En el primer caso, la dignidad exige callarse. En el segundo, omitir comentarios. Numerar autores no alcanza para pasar por "culto". Hay gente que estudia Leyes, pero sólo alcanza el título de Abogado.
La carta del inmigrante Fuschlocher, es una síntesis de la ignorancia del Derecho, dividida, estilísticamente, entre "parte policial" y "sesión de terapia": acusa a Pablo Neruda de "violador confeso", además de "misógino" y "glotón".
Este último calificativo es un "error de cálculo", que podría desanimar a los amantes de la buena mesa del Club Alemán. Porque a muchos glotones (o guatones) simpáticos, les agrada comer allí. Además, ser socio, o comer en el Club Alemán, no implica necesariamente ser Nazi. ¿Verdad?
JORGE LONCÓN VIDAL. Ciudadano.
100 años de la "Gran Guerra"
Hoy se conmemoran 100 años de la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial, como hoy es conocida. En primer lugar, no deja de ser llamativo cómo los grandes aparatos del colonialismo y la fuerza de la Revolución Industrial, estuvieron al servicio de los respectivo estados por la imposición, bajo el uso de la fuerza, de sus respectivas concepciones y pretensiones.
Sin embargo, y aún más elocuente, resulta analizar el concepto de la fuerza como instrumento político para la resolución de los problemas.
Recién hace exactos 100 años atrás, la concepción de la guerra se fue acercando más a la barbarie y al asesinato en masa que a una inevitable lucha justa por ideales nobles.
Esto, dada las insospechadas consecuencias que trajo en todas las latitudes del mundo, como lo fueron la ascensión del fascismo, la expansión de la experiencia bolchevique y la industrialización de las armas en pos de los intereses nacionales en las épocas posteriores.
Por lo tanto, resulta imperioso analizar, revisar y reflexionar sobre las experiencias que ocurrieron hace cien años atrás, para concientizar a las actuales y futuras generaciones sobre la importancia que este tipo de circunstancias no vuelva a ocurrir.
ALFREDO MARTÍNEZ, Cientista Político