¿Qué hacer cuando las cosas dejan de ser normales y las aguas fluyen al revés? Es lo que ocurre en el caso de las personas indigentes, que se han refugiado y establecido a la intemperie en el céntrico sector de calle Illapel con el mall y locales comerciales del recinto. Ellos, por ningún motivo, absolutamente, se niegan a abandonar el lugar, donde pernoctan y pasan los días, a menudo en medio del ocio y el asedio de las tentaciones del alcohol y la droga. Con lo que se va configurando una repelente imagen de degradación, que no sólo perjudica a los propios indigentes en su dignidad y salud, sino también a la ciudad en su imagen y prestigio de urbe turística y base de grandes eventos relacionados con la cultura, su arte y tradiciones.
Por lo demás, la zona de este improvisado "albergue" de gente desvalida, se ubica en pleno centro y en una de las áreas más concurridas por residentes y visitas. Exposición que incrementa todavía más esta anomalía social-urbana, que no tiene por qué exhibirse de esa manera, en circunstancias que hay refugios adecuados para estas seis personas que se niegan a dejar esa sobrevivencia. En lo que insisten, no obstante todos los ofrecimientos que las autoridades le han hecho, para rehabilitar sus vidas, poniendo a su disposición albergues y también cupos en la nueva Hospedería del Hogar de Cristo. Y si se trata de no violar sus libertades individuales, la tarea debería concentrarse -a través de un perseverante trabajo psicosocial- en convencerlos que en su condición de seres humanos su destino es vivir honrosamente, con pan, techo, abrigo y oportunidades laborales de superación. No en la calle, con tantas carencias, sufrimientos y humillaciones.
Ellos no merecen eso. Dignos son de nuevas oportunidades en la vida. Sus compatriotas, la gente de este puerto,- con sus autoridades al frente-, no quieren semejante abandono y padecimiento para ellos. No desean verlos en ese miserable estado, impropio de todo ser humano. No más esa esclavitud.
Que prueben que viviendo dignamente pueden ser verdaderamente libres y, sobre todo, felices.