El mundo entero llenó de elogios a los hinchas japoneses que llegaron hasta Rusia a apoyar a su selección de fútbol, pues al terminar los partidos limpiaban las gradas que habían ocupado, o sea, se hacían cargo de su basura.
No se trata sólo de la buena educación nipona, sino de un alto sentido de la responsabilidad, que lamentablemente no todos tienen y que uno espera de empresas como las salmoneras, que utilizan espacios de mar sin hacerse cargo de los desechos de su actividad.
Bajo esta lógica, hace unos días presenté un proyecto de ley para que las salmoneras cada vez que trasladen sus jaulas a otro lugar, en el llamado periodo de descanso, estén obligadas a limpiar los sedimentos que se acumulan en el fondo marino.
La acuicultura intensiva de especies exóticas genera externalidades negativas y la salmonicultura en particular genera efectos negativos en los ambientes marinos por la descarga de exceso de alimento y heces, así como de nutrientes y otros productos químicos.
Si bien es cierto que en el Reglamento Ambiental para la Acuicultura se establece que todo centro de cultivo deberá adoptar medidas para impedir el vertimiento de residuos, así como de desechos sólidos y líquidos que tengan como origen la actividad, incluidas las mortalidades, compuestos sanguíneos, sustancias químicas, lodos y en general materiales y sustancias de cualquier origen que puedan afectar el fondo marino, no hace una referencia explícita a la remoción de los lodos.
Por ello este proyecto de ley establece que los titulares de concesiones de acuicultura cuyo objeto sea el cultivo de especies exóticas, deberán remover el material sedimentado que se acumula en el sustrato de su concesión y se establecen multas para cuando no se cumplan esta obligación.
Lo lógico es que cualquier actividad económica limpie el lugar donde funciona y si las salmoneras no han querido asimilar de manera voluntaria una práctica tan obvia, la queremos entonces establecer por ley.
Gabriel Ascencio Mansilla.
Diputado (DC) de la República. Región de Los Lagos.