Por supuesto, que los puertomontinos nos alegramos y deseamos lo mejor para que los planes portuarios en la Región de La Araucanía logren concretarse y alcancen el éxito merecido, porque la competencia en buena lid es el mejor estímulo para superarse.
Sin embargo, a propósito de este tema, a nivel local, la reflexión insta a tener en cuenta que es indispensable -¡prioritario!- que las mejores energías y talentos de las autoridades, instituciones y comunidad se mancomunen para desarrollar mucho más las potencialidades portuarias de Puerto Montt, que en los últimos decenios se ha visto bastante limitado en este vital rubro marítimo del desarrollo socioeconómico regional.
Su histórico puerto, aledaño a la zona turística de Angelmó, no ha logrado el empoderamiento requerido, a pesar de su antigüedad. Carece de las capacidades de atraque naviero demandadas en estos tiempos y una de sus inveteradas falencias es el embancamiento que lo amenaza en el canalizo de Tenglo, que en años pasados solía combatirse con periódicas faenas de dragado del fondo marino. Y las limitaciones de nuestro puerto se han hecho más evidentes con la llegada de los grandes cruceros marítimos internacionales, que deben permanecer a la gira por incapacidad del molo para recibirlos, al impedir el desembarque directo a tierra de los pasajeros de otras latitudes y su avidez por conocernos.
Se ha llegado, entonces, a la conclusión de que el señalado desarrollo portuario que tanto necesita Puerto Montt, debería incluir igualmente un moderno terminal destinado al servicio de los transatlánticos gigantes, que dan vida a la industria de cruceros. Uno de los puntales claves de las economías en boga a nivel global y así comprobado en estos lares.
Siendo Puerto Montt la puerta de ingreso a la zona patagónica del cono americano, debería acondicionarse a esa estatura. Partiendo por optimizar sus recursos portuarios, que son parte primordial y vitalísima de su esencia misma e identidad marítima como el gran puerto del sur de Chile.