La cruz de Cristo que redime y salva
La juventud puertomontina revive hoy el camino de dolor del sacrificio de Jesús, en el vía crucis Puerto Montt-Puerto Varas.
En Viernes Santo, el día más doloroso que recuerda la cristiandad esta semana, por la muerte de crucifixión de Cristo hace más de dos mil años, por la salvación de la humanidad, la juventud de Puerto Montt, desde los distintos sectores parroquiales de la ciudad, muy temprano esta mañana, a las 7 horas, se integra a la gran peregrinación-vía crucis hacia el Monte Calvario de Puerto Varas. Una de las expresiones de fe más profundas y conmovedoras por estos confines.
Son veinte kilómetros de caminata, donde los jóvenes, damas y varones, portando una gran cruz, con gigantesco fervor, reviven las catorce estaciones de sufrimiento que soportó Jesús hasta llegar al Gólgota donde fue sacrificado.
Sin embargo, esa tristeza y desamparo que significó la inmolación del Salvador, al tercer día de ocurrida se transformaría en la más grande felicidad con la gloria de su resurrección.
Como ha predicado el Papa Francisco, "la cruz es la proclamación viva de que la victoria final no es de quien triunfa sobre los demás, sino de quien triunfa sobre sí mismo. No de quien hace sufrir, sino de quien sufre…".
La reflexión en esta sagrada jornada motiva al imperativo de no repetir las deshumanizaciones con el prójimo y las deslealtades con Dios; a no cultivar el odio, el rencor, la violencia, la deshonestidad, el egoísmo… A reemplazar el camino descarriado por aquel donde se construye la civilización del amor solidario, la unidad, la tolerancia, el respeto, la confianza y la buena voluntad. Y así no volver a crucificar, con nuestra maldad, a quien dio su vida por el bien de todos. Para que confiemos en Él y su infinita misericordia, amándolo en el prójimo y sus bienaventuranzas de vida.
En esa dirección se orienta, en consecuencia, adoptar en adelante una actitud de vida más generosa y sensible al padecimiento ajeno. Lo que sería, en buenas cuentas, a partir de esta Semana Santa, resucitar también a una existencia más plena y feliz, justificando un tránsito útil en el caminar terrenal de cada día.