Secciones

47 años de historia esfumados con demolición del Gamboa

HOTEL. Desde una pieza al inicio, llegó a tener ocho además de dependencias de residencial y de servicio. Se vendió a Pasmar, para continuación de su proyecto.
E-mail Compartir

Mirta Vega

Con la demolición del Hotel Gamboa, en calle Pedro Montt con Benavente, desaparecen hermosos y también tristes recuerdos para su dueña Betty Valderas Lepe, quien vendió a Pasmar en junio del año pasado.

La infraestructura turística y comercial, estuvo a tres años de cumplir sus 50 años al servicio del visitantes, muchos de los cuales fueron antiguos clientes.

Sin embargo, el inmueble en sí guarda una leyenda mucho más antigua en poder de la familia Stange, fundadora de la cervecería El Águila.

Hay algunas investigaciones que han indicado que la vivienda tiene más de 120 años, lo que corrobora Marcelo Galdames, de la empresa de demolición.

Evidencia la originalidad, sus anchos pilares de pellinis, de mañío y alerce, pero con los años la casa, originalmente residencial, fue habilitada para departamentos de arriendos, añadiendo otras maderas. Fue así que la conoció el comerciante Carlos Mancilla Aravena en 1970, quien siguió con el arrendamiento del primer piso y en el segundo piso residió junto a sus familia, con Betty, su esposa, y con Carlos y Ana María, sus hijos.

Entre sus arrendatarios, estuvo el fallecido periodista y ex regidor Oscar Meza Hernández,

Betty era profesora de la Escuela 5 primero y la 6 después, y en medio de sus clases y labores domésticas se le ocurrió, con el departamento contiguo en el segundo piso, dar alojamientos.

"Comenzamos con dos camas y cerramos con ocho habitaciones", recuerda Betty, quien relata que la idea nunca fue comprarla para hotel, sino para que su esposo se instalara en el centro, ya que en Lintz donde vivían tenían tienda de abarrotes. Pero al comenzar con dos camas de alojados, les gustó el tema y siguieron hasta que terminaron con los arriendos de los departamentos y habilitaron el inmueble para residencial primero y hotel después. Lo llamaron Gamboa, ya que Betty había nacido en Castro, junto al río de donde provino el nombre.

Carlos Mancilla había sido de la Armada y cuando recién iniciaba su carrera naval, tuvo un accidente en un buque y se acogió a retiro, dedicándose al comercio, lo que dejó para ayudar a la familia en la administración de la residencial. Esta experimentó algunas modificaciones y arreglos, como una chimenea que había dañado el terremoto de 1960.

El hotel lo dejaron con 17 habitaciones, incluyendo los baños ,y en el primer piso siete locales que arrendaban. Junto con ello, los recuerdos de su hijo Carlos, fallecido en 1978, y su esposo Carlos, en 1985.

Betty y su hija se vieron obligadas a vender "por los ruidos nocturnos que el municipio ni la Seremi de Salud pudieron acallar", recuerda su hija Ana María.