El Evangelio de San Marcos, en este segundo domingo de Cuaresma, nos narra que Jesús llevó consigo consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y les condujo a un monte alto. Delante de ellos, Jesús cambió su rostro completamente y también sus ropas se volvieron resplandecientes. Aparecen en esta escena Elías y Moisés, que son los portavoces de la Ley y los Profetas. Pedro toma la palabra y dice a Jesús que levante tres tiendas, una para Jesús, otras para Moisés y otra para Elías.
Luego, desde una nube viene el llamado a escuchar al Mesías, donde el Padre señala que Jesús es su Hijo, el Amado, e invita a escucharlo. Finalmente, Jesús les ordena no decir nada a nadie de lo que habían visto, hasta que resucite de entre los muertos (cfr Mc 9, 2-10). Jesús, por medio de este acontecimiento misterioso, quiere consolar a los discípulos en los momentos de dificultad, mostrando un futuro glorioso. Estos discípulos estaban tristes por la predicación realizada en Cesare de Filipo. Sabemos que Jesús envía a los discípulos a anunciar el Evangelio al mundo entero, lo que no está exento de dificultades, pero los consuela, pues el camino de seguimiento de Cristo implica recobrar fuerzas, animarse para continuar evangelizando. Jesús, envía, pero también anima en medio de la tarea de evangelizar. En este sentido, el misionero, no debe sentirse solo, pues el Señor anima, concede fuerzas y luz para cumplir con la misión encomendada. El auténtico discípulo de Cristo mira también hacia el más allá, pues tiene esperanza en la resurrección futura.
En este camino de seguimiento, debemos estar siempre atentos a lo que nos pide el Señor. Mientras cumplimos con nuestras tareas, somos llamados a escuchar lo que el Señor nos quiere decir. Podemos escuchar a Cristo, cuando nos alimentamos de su Palabra, en los momentos de oración, personal o comunitaria, cuando en casa Santa Misa, buscamos entender y aplicar lo que el Señor nos comunica, y cuando seguimos lo que la Iglesia nos pide, conscientes de que cuenta con la asistencia del Espíritu del Señor. En la gran tarea de anunciar la Buena Noticia, somos llamados a seguir a Cristo, imitándole de alguna manera.
Pbro. Dr. Tulio Soto.
Vicario General del Arzobispado de Puerto Montt.