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Modelo Narrativo

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He estado mirando documentales sobre espionaje en internet, me gusta el tema porque me remite a la época en que imperaba la conspiratividad por sobre la transparencialidad de hoy que, a veces, oculta más que cuando no había tanta tecnologías de la transparencia. Más aún, es probable que la tesis de La Carta Robada de Poe, en que la mejor forma de ocultar un objeto es dejarlo a la mano, parece ser una impronta de la actual modernidad.

¿Quién nos salva de los abusos del poder? ¿Las redes sociales en donde puedo denunciarlos o los viejos medios de comunicación tradicional que se agotan de tanto informar lo sabido? Antes se usaba el libro y la prensa, aunque todo eso tenía sus limitaciones, la ficción de libertad y democracia absoluta que nos proporciona la cultura digital es un factum, como dicen los teóricos, algo con lo que se cuenta, es decir, es también una limitación, cuando todo fluye sin límite. El momento conservador parece ser una necesidad en el flujo de información y también del funcionamiento del corpus social, incluso puede ser su momento rebelde.

El espía como personaje, si no fuera por la literatura, por las características de su trabajo, siempre pasando desapercibidos, no sabríamos nada de ellos. Más aún, hoy con la fiebre de escena y espectáculo, no se justifican. Para saber cualquier secreto basta con conectarse a internet o wikipedia, hoy sólo la imagen del hacker podría reemplazarlo, aunque la corporalidad adolescentaria del computín conspirativo, de coca cola y papas fritas con kétchup dista mucho del aventurero existencialista de impermeable largo y gris, tratando de cruzar una frontera vigilada.

Así funciona el sentido común hoy día, determinado por una banalidad extrema y sometida al espectáculo perpetuo de los matinales de la tele que nos pueden dar una receta contra las arrugas y luego un reportaje de un violador en serie. Cuando existían las ideologías duras había causas políticas que alentaban a algunos de los grandes espías, también estaba el típico aventurero sin rumbo, heredero del romanticismo existencial que enfrentaba dilemas sobrevivenciales, ambos parecían corresponder al diseño de un sujeto más complejo, pero también más precario y vulnerable.

Paralelamente, y por azar, me llegan noticia al respecto, en la radio entrevistan a un escritor que no retengo el nombre, que escribió un libro sobre el mítico Dresden, buque de guerra de la primera guerra mundial que es hundido en la isla de Juan Fernández, su comandante era Wilhem Canaris, que llegaría a ser jefe de inteligencia del Tercer Reich, y que luego sería asesinado, porque estuvo en la operación walkiria que quiso eliminar al führer. Su paso por Chile nos interesa por ese chovinismo endémico de pueblo chico que quiere ser protagonista de la historia.

Y por esa misma razón, recuerdo a otro gran espía que se ajusta más a la cultura de la que uno se siente tributario, Iosif Grigulevich, que también estuvo en Chile en la época de la segunda guerra (y en ogras varias partes de América, Argentina, Costa Rica y México), saboteando a los nazis. Él atentó contra Trotzky y conoció a Neruda, en su faceta de agente secreto, que le proporciona documentos para viajar a Chile, al igual que a Siqueiros (luego de que pasara por la cárcel, después del atentado al líder soviético en el exilio). En Chile toma contacto con Joaquín Gutiérrez, un costarricense, comunista que trabajaba en la embajada de su país en Chile, quien también trabajaría en la editorial Quimantú. Datos más o menos, verificables o no, ya tenemos material.

Se podría construir una ficción, un relato imaginario que tuviera como referencia la estadía en Chile del espía soviético en Chile. Falta decir que este comunista stalinista de tomo y lomo estuvo involucrado en el asesinato de Andreu Nin, un trotskista catalán, líder del POUM (partido obrero de unificación marxista), además de complotar contra Tito, conspiración que no se llevó a efecto por la repentina muerte de Stalin. Es decir, tenemos las siguientes locaciones o espacios, la Unión Sovietica, la España de la Guerra Civil y algunos países de América Latina en tiempos de la Segunda Guerra, como Argentina, Chile, México y Costa Rica. El nombre de Grigulevich lo he encontrado citado en otros libros, como en El Hombre que Amaba a Los Perros de Padura, sobre Ramón Mercader, el asesino de Trotzky.

La técnica para escribir novelas históricas, incluidas los refritos que se hacen en Chile, supone editar flujos de información sobre un tema y luego ponerlos en una trama narrativa clásica, según el modelo del culebrón moderno. Creo que voy a hacer el ejercicio.

Marcelo Mellado

* Escritor y profesor de Castellano.

Es autor de "La batalla de Placilla".

Risas y lágrimas mezcla "Cirqo", lo último de Orlando Lübbert

CINE. El filme es protagonizado por Roberto Farías e Iván Álvarez de Araya.
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Amelia Carvallo

El próximo 8 de marzo es el estreno en salas nacionales de "Cirqo", film de Orlando Lübbert, el mismo director de "Taxi para tres" (2001), quien esta vez nos cuenta la historia de Mario y Jaime, dos fugitivos del régimen militar interpretados por Roberto Farías e Iván Álvarez de Araya, que buscan refugio en un pequeño circo donde consiguen pasar inadvertidos trabajando como payasos.

Calificada para todo espectador, completan el elenco de actores figuras como Pablo Krögh, Alejandro Trejo, Blanca Lewin y Daniel Antivilo, entre otros.

Para Lübbert un elemento importante de la historia de Chile es nuestra resiliencia, "es la capacidad que tenemos de armar una sonrisa y mirar un poco para adelante, hay relatos fantásticos de gente en la cárcel, que después de haber sido torturada contaba un chiste, hay mucho de eso en Chile, esa ha sido la tónica para levantar a la gente y es algo que yo quería recuperar".

Sobre el argumento del filme, el director cuenta que es una historia que se remonta a 1994, cuando todavía vivía en Alemania. "Las historias habitan en uno de alguna manera y uno lo que hace es despertarlas. Este relato reúne varios elementos que tienen que ver con nuestra historia, con nuestra manera de ser y con cierta tradición del cine donde la risa y el dolor conviven, como en las películas de Chaplin. Ese elemento siempre me interesó trabajarlo, además de la visualidad que es muy potente. En todo caso, no son elaboraciones tan sesudas porque también se maneja con intuiciones y con recuerdos".

¿Qué recuerdos tienes del circo?

En la época de mi niñez era muy habitual que al empezar la primavera llegaran los circos. Mis padres hacían un esfuerzo económico y nos llevaban al teatro Caupolicán a ver el circo de las Águilas Humanas. El espectáculo era increíble para un niño y se te quedaba grabado todo el año, era parte de la vida urbana de Santiago el hecho de cohabitar de repente con esos circos. Me acuerdo que tenía una gran admiración por un lanzacuchillos y me instalaba en el patio de mi casa a lanzarle los cuchillos cocineros de mi mamá a un árbol.

Locaciones

Como arquitecto, este director busca con lupa los lugares donde filmar. "Para mí los espacios y lugares son muy importantes y las locaciones, cuando son bien elegidas, te permiten filmar con mucha libertad y agilizan el proceso de filmación. Si no está lista una te vas a otra que esté en buenas condiciones y te mueves así, con agilidad. Ese trabajo siempre lo hago con mucho cuidado y en el caso de esta película tenía que mostrar que el circo andaba por distintas partes de Chile, por el sur, por el norte, y eso era muy caro para nosotros pero descubrí que en el Cajón del Maipo y en El Tollo había una gran diversidad de paisajes: cerros, lugares campestres, otros más áridos, para simular una parte que se nombraba Coronel encontramos un lugar muy bueno en El Salto, al final la locación es un personaje más de la película", dice.

¿Cómo fue conformar el casting?

Mi principal temor al comenzar la película fue cómo parar un número de circo y qué actores me podrían dar realmente, de manera convincente, la movilidad que necesitaba. Yo quería que la gente se riera de verdad y desde los primeros ensayos con Roberto Farías, que es un gran actor, tuvo la capacidad de meterse en el rol de payaso muy bien. La parte seria la daba Daniel Antivilo, un tremendo actor que es el lanzacuchillos, y con Iván Álvarez hicimos un trabajo previo de taller de clown en el Gran Circo del Mundo. Las técnicas de la comicidad y el despliegue dentro de la pista del circo son muy propias de los clowns y eso se aprende aplicadamente. La sorpresa fue que el número funcionó notablemente, filmamos como número de circo alrededor de veinte minutos de los cuales quedaron una parte nomás en la película.

Cuenta el director que acaba de mostrarla en Alemania a un grupo de gente con muy buena recepción, "se reían en los mismos lugares que se rien en Chile, entonces la película está funcionando, hay muchos chistes visuales y de situaciones, hay distintos tipos de humor, todo cruzado por una historia dramática. Creo que eso es lo que mejor me sale, después de "Taxi para tres" las películas demasiado graves no me salen, así que no puedo luchar contra eso".

minutos dura la última película del director Orlando Lübbert, calificada para todo espectador. 109

de marzo. En esa fecha llegará a la salas de cine nacionales el nuevo filme del director de "Taxi para tres". 8