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Lo que dejará la visita del Papa a la Cárcel Femenina

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La elección del Papa Francisco de visitar a quienes están la cárcel en Chile no es una sorpresa. Desde el inicio de su Pontificado, Francisco ha buscado visibilizar a aquellos más desfavorecidos y marginados de la sociedad, visitando a refugiados, a perseguidos y, en numerosas ocasiones, a quienes están privados de libertad.

Sí es novedad, en cambio, que haya elegido visitar una cárcel de mujeres. Si bien constituyen solo el 10% de quienes están privados de libertad, las mujeres presas son probablemente una de las poblaciones más invisibles a los ojos de la sociedad. Aparecen en programas de televisión, pero son escasamente incorporadas en la agenda política. Sufren, además, el doble estigma de haber violado la ley y haber actuado en contra de lo que la sociedad espera de ellas como mujeres y, en una gran mayoría, como madres.

La mujer que entra en la cárcel lo hace con una historia de exclusión y marginalidad. Tienen historias de abuso y victimización desde la infancia, de deserción escolar temprana, de problemas de salud mental y consumo de drogas que no han sido tratados ni antes ni durante su privación de libertad. Tienen también historias laborales inestables y precarias, aun cuando son, en una gran mayoría, madres y cabezas principales de sus hogares. Es este rostro humano, con nombre y apellido, con una historia determinada, el que Francisco busca visibilizar.

Ahora bien, todas esas mujeres que recibirán la visita del Papa dejarán la cárcel en un futuro cercano. Casi todas ellas, lo hacen con la expectativa de recuperar sus lazos familiares, encontrar un trabajo, y no volver a delinquir. Otra cosa es la realidad con que se encuentran: la dificultad en el acceso al trabajo y la precariedad del mismo en caso de obtenerlo, la necesidad de mantener a sus hijos y padres, la falta de acceso a las redes sociales que deberían estar justamente dispuestas para ellas.

Es este proceso de retorno el que hemos buscado visibilizar con el estudio "Reinserción, Reincidencia y Desistimiento en Mujeres Privadas de Libertad en Chile" que busca describir los primeros meses en libertad de las mujeres que egresan de la cárcel en Santiago y detectar los principales obstáculos y facilitadores a su inserción con el objetivo de contribuir a las políticas públicas en la materia.

Los datos preliminares del estudio confirman que una reinserción exitosa no depende solo de la voluntad de quienes egresan, sino en gran parte de una sociedad que luego de entregar las herramientas necesarias durante la privación, provee de oportunidades y apoyo para que quienes estuvieron presas por un delito cometido puedan insertarse como ciudadanas, trabajadoras, y madres.

Por Pía Larroulet

* Académica del Programa de Estudios Sociales del Delito de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Regalos y reencuentro con ex compañeros: la cita de Francisco con los jesuitas

ACTIVIDAD. El Papa sostuvo una íntima reunión con sus compañeros de congregación en la tumba del padre Alberto Hurtado.
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Una cruz que perteneció a Alberto Hurtado y una mini edición de la "Historia Domus", que se escribe para registrar la actividad de las comunidades jesuitas desde hace décadas, fueron los obsequios que los integrantes de la Compañía de Jesús en Chile le hicieron al Papa Francisco. El Pontífice llegó ayer hasta el santuario del santo chileno, en Estación Central, para sostener una cita privada en la tumba del fundador del Hogar de Cristo.

En la cita, el Pontífice fue sorprendido cuando divisó en las primeras filas a varios ex compañeros de su paso por Chile. "Fue una conversación muy franca y de compañeros", explicó el rector del santuario, Jorge Muñoz.

"No tratamos el caso del obispo Juan Barros. En mi opinión, lo que tenemos que hacer es aprovechar la visita del Papa y tratar los temas como gente adulta, como el Papa espera que lo hagamos", agregó el provincial de la Compañía de Jesús en Chile, Cristián del Campo, consultado por un tema que ha marcado la visita papal. "Es un tema que tenemos que discutir con cariño por la Iglesia y escuchando a muchos laicos", agregó.

Según Muñoz, el jefe de la Iglesia Católica los instó a "seguir viviendo nuestra vocación".

La cita, que partió a las 16 horas con un show artístico en el frontis del santuario ubicado en Estación Central, estuvo marcado por mensajes ligados a las obras sociales que lleva adelante la Compañía de Jesús en el país.

"Este es el rostro verdadero de la Iglesia", afirmó el padre Mariano Puga en la explanada del recinto. Como uno más de los invitados a la ceremonia, el sacerdote afirmó que el tono del acto refuerza la idea de que "esta es la Iglesia de los pobres". Asimismo, destacó el perdón que pidió el Santo Padre por los abusos de sacerdotes en su visita a La Moneda.

A su ingreso a la explanada del santuario, luego de su reunión con los religiosos de su congregación, Francisco cautivó a cientos de beneficiarios de esas obras sociales, especialmente luego de probar sopaipillas que fueron repartidas entre todos los asistentes.

Francisco bendijo los alimentos que se consumirían en el encuentro: se ofreció té, mate y sopaipillas.

"Ojo que en la bendición no pedí que cayeran mal al hígado, porque tienen muy buen olor", bromeó. El Pontífice fue recibido en el lugar por el capellán del Hogar de Cristo, Pablo Walker, quien afirmó que el de ayer fue el encuentro de Francisco "con el Cristo pobre".

Lidia López, quien mantiene un comedor popular en Puente Alto junto a un grupo de matrimonios, tomó la palabra para destacar que "para nosotros la solidaridad no solo es dar algo material, sino también acompañar".

"La sociedad tiene la obligación de reinsertar a cada una de ustedes"

VISITA. El Papa visitó el Centro Penitenciario femenino en la capital.
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El Papa Francisco visitó ayer el Centro Penitenciario Femenino, ubicado en la comuna de San Joaquín, en lo que marcó un hecho inédito: nunca había asistido a una cárcel de mujeres.

El Sumo Pontífice fue recibido en el gimnasio del recinto en el que actualmente cumplen su pena 1.200 reclusas y destacó la importancia de la reinserción, asegurando que "a veces la cárcel se reduce a un castigo, sin ofrecer los medios adecuados para generar procesos. Y esto esta mal".

En esta actividad lo acompañaron distintas autoridades eclesiásticas y civiles, entre ellas, la Presidenta Michelle Bachelet y el ministro de Justicia, Jaime Campos.

Improvisando sobre el discurso que tenía escrito, el Santo Padre agregó: "Una condena humana sin futuro es una tortura. Toda la pena tiene que tener un horizonte, el horizonte para reinsertarse y prepararse para la vida fuera".

"Exíjanselo a ustedes mismas y también a la sociedad", dijo, y reiteró: "La sociedad tiene la obligación de reinsertar a cada una de ustedes".

Ante las más de 400 reclusas reunidas en el gimnasio, quienes lo recibieron con la compañía de sus hijos, agregó que "la seguridad pública no hay que reducirla solo a medidas de mayor control, sino y, sobre todo, edificarla con medidas de prevención, con trabajo de educación y mayor comunidad".

Antes del Papa habló una de las reclusas, Janeth Zurita, quien pidió perdón a nombre de todas las mujeres de la cárcel por los delitos cometidos y el dolor causado.

Ante ello, Francisco elogió "ese valiente pedido de perdón" y "esa actitud tuya llena de coraje y humildad".

"Gracias por recordarnos esa actitud, sin la cual nos deshumanizamos, perderemos la conciencia de que nos equivocamos y que cada día estamos invitados a volver a empezar", añadió.

También habló Nelly León, capellana del centro de detención, quien habló a nombre de la pastoral carcelaria.

"En Chile se encarcela la pobreza", dijo León, quien además planteó que "desde esta cárcel, tal como lo celebramos cada domingo en nuestra capilla, testimoniamos (...) que Dios está de nuestra parte, de parte de los pobres y marginados de esta tierra, y por eso su presencia nos viene a confirmar el camino que hacemos desde la cárcel a la libertad, desde el dolor hacia la alegría".