Otro de los insignes batalladores por el desarrollo de Puerto Montt, desde los bastiones de la política, el magisterio, el comercio y la seguridad, -Juan Antonio Sandoval Paredes (QEPD)-, ha dejado esta vida, tras sobrevenirle una implacable y fulminante enfermedad.
Se le recuerda como un sabio profesor de Castellano y un abnegado Policía de Investigaciones, en su juventud, y un emprendedor comerciante, en su madurez. Pero, sobre todo, como un gran político de toda la vida, de hondas raíces democratacristianas, dispuesto a servir a la superación humana y al progreso del Puerto Montt que tanto quiso.
"Siempre he sido un servidor público. Nunca he lucrado con la política. Al contrario, he perdido por ello la poca fortuna que tenía", solía comentar. Mientras que de este puerto tenía muy claro que su mayor defecto era la falta de planificación en su caminar, que se reflejaba, entre otros, en sus problemas de calles, de poblaciones incompletas y de un borde costero poco atractivo para los porteños… Por esas inquietudes y otros anhelos de bien social, luchó con pasión desde distintas palestras. Especialmente, como alcalde (1994-1996) y luego concejal. Donde impresionó por sus convicciones, austeridad en la administración, sensibilidad comunitaria, sentido práctico y sin burocracias para la solución de problemas vecinales, y una laboriosidad incansable para avanzar en lo proyectado. Dando el ejemplo, exigía rendimiento en procura de esos logros.
Siendo columnista de "El Llanquihue", Juan Antonio Sandoval, motivado por esas mismas preocupaciones e ideales, como la regionalización, escribió inspirados comentarios al compás de una pluma punzante y certera. Que se expresaba con enérgica franqueza, pero con constructiva claridad.
Ese ejemplo de hombre de bien y de verdadero gran político -honrado, austero, laborioso, solidario y cumplidor-, con la bandera del bien común siempre al frente, es el mejor legado que Juan Sandoval puede dejar, sobre todo en estos tiempos de la reconstrucción política nacional.