Chile, su capital y regiones, -como la nuestra de Los Lagos-, protagoniza hoy con sus habitantes otro trascendental episodio en su historia democrática, destinado a la elección de su nuevo Presidente de la República, parlamentarios y consejeros regionales. Mientras en la región son 705 mil 897 los votantes, en su capital Puerto Montt la cantidad es de 174 mil 918.

Para este proceso, la Región de Los Lagos se divide en los distritos 25 y 26. En el 25, donde destacan Osorno y Puerto Varas, se eligen 4 diputados, y en el 26, con Puerto Montt y las comunas de Chiloé y Palena, deben escogerse 5 de ellos. En consejeros regionales -encargados, entre otros, de aprobar el presupuesto de inversión regional- estos son electos por provincias, siendo 16 en total, de los cuales 5 corresponden a la Provincia de Llanquihue.

En esta oportunidad, rige el sistema de votación proporcional, que reemplaza al binominal. Y los ganadores de los comicios asumirán en el venidero marzo. Y en el caso de la elección presidencial, de haber segunda vuelta, esta se hará el 17 de diciembre próximo.

Estando todo dispuesto, material y organizacionalmente, en cuanto a seguridad y fluidez del acto eleccionario, le corresponde a la ciudadanía votante cumplir con su deber cívico y responsabilidad con el porvenir de su patria. Su voto es primordial en la elección de las autoridades encargadas de liderar ese futuro. Que puede ser venturoso y fecundo, si las preferencias se confieren a los candidatos más idóneos, honestos y generosos. Sobre todo, dueños de la más profunda vocación de servicio público. Absolutamente comprometidos con el bien común y dispuestos a darlo todo por Chile y por la prioritaria causa del bienestar de su población. La misma que clama oportunidades de superación y una existencia más digna. Que anhela armonía y tranquilidad, respeto y apoyo en sus inquietudes, respaldo a un desarrollo más integral.

El voto ciudadano de hoy -responsable e informado- es el paso clave para comenzar a forjar los sueños de ese Chile de grandeza y prosperidad.

Se realizan este domingo las elecciones presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales. Aunque el voto es voluntario, es un deber cívico participar para elegir las autoridades que nos representarán en las principales instancias del régimen democrático, cuyo fin es salvaguardar la dignidad de cada persona y sus derechos y promover el bien común. En reciente declaración, la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile ha llamado a "tomar en serio la responsabilidad cívica", apoyando programas que promuevan el respeto por la persona humana y el bien común, teniendo presente el derecho a la vida, la familia fundada en el matrimonio entre un varón y una mujer, el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus propias convicciones , la particular atención a los pobres y vulnerables, y el cuidado de la casa común" (10/XI/2017, n.5). Para llevar a cabo estos programas se requieren personas cuyos valores y estilo de vida sean coherentes con aquéllos y cuenten con el apoyo de grupos políticos que estén en esta misma postura. ¿Cómo hallar y preparar esos servidores públicos? El Evangelio de hoy - la parábola de los talentos- nos da una pista importante. Se trata de hacer fructificar los talentos que Dios ha dado a cada uno; así preparamos y aguardamos el retorno del Señor, al fin de los tiempos. Se nos advierte de la necesaria vigilancia, sobriedad y correspondencia con los dones naturales y sobrenaturales recibidos.

La parábola nos habla de tres servidores a quienes su señor, al marcharse, confió cinco, dos y un talento, respectivamente (el talento era una unidad contable de alto valor). Representan los diversos grados de responsabilidad en la comunidad. Al regresar mucho tiempo después, el señor pidió cuenta de la administración de sus bienes. Los dos primeros habían hecho rendir al doble sus talentos y su recompensa fue entrar a participar de la alegría de su señor, por haber sido siervos buenos y fieles en lo poco. La recompensa es más la comunión que la posesión. En cambio, el tercero tuvo miedo y guardó lo recibido. Por eso, se le quita lo que tiene y se le excluye de la intimidad con su señor.

Cristián Caro Cordero. Arzobispo de Puerto Montt.