Otra de las críticas que se formulan a Puerto Montt, sobre todo de los turistas -bastante seguidas e incómodas-, es la que se refiere a que la nuestra es una ciudad sucia y, en consecuencia, poco grata de recorrer.
Los puertomontinos debemos reaccionar frente a estas falencias locales, particularmente si están relacionadas con el turismo, nuestra principal palanca desarrollista. Y hay que hacerlo pronto, partiendo por asumir una conducta de profundo cuidado y aseo de la ciudad, en todos sus sectores. Tanto poblacionales, como céntricos. Ocupando correcta y oportunamente los depósitos de basuras, y, en especial, enseñando a los niños a no botar desperdicios en veredas y calles, haciéndoles notar que debemos cuidar y mantener bonita a nuestra ciudad, porque es la casa grande donde todos habitamos y recibimos a los visitantes. Esto significa, dar ese ejemplo de aseo partiendo desde las propias familias e incluyendo a las aulas escolares, donde es recomendable entregar estas enseñanzas vinculadas con la limpieza urbana, partiendo del propio entorno.
El Departamento de Aseo y Ornato del municipio ha sido el primero en responder a estos imperativos de aseo local, frente a la cercanía de una nueva temporada estival, que se prevé de alta dinámica turística. Es así, como por estos días, lleva a cabo una limpieza general del borde costero de Puerto Montt -su principal atractivo turístico-, desde el área donde se emplaza Empormontt hasta la caleta pesquera de Pichi-Pelluco. Nada quedará al azar, incluyendo canaletas, roqueríos, riberas, lugares de mayor concentración pública, bordemar, áreas verdes, jardines, ciclovías, etcétera.
La idea y convicción es mantener un Puerto Montt reluciente de punta a cabo. Pero, muy especialmente, en lo que es su principal atractivo: la costanera frente al mar de la Cuenca del Reloncaví, una de las bellezas naturales más admirables de nuestro marítimo país. Que en ese rol es digna de la mayor cuidado y mantención. Sobre todo, como principal lujo de nuestra bella "casa grande" junto al mar.