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Orquesta del San Javier sorprendió en cita nacional

VALPARAÍSO. Actividad estuvo marcada por los 100 años del natalicio de Violeta Parra pues casi todos los grupos incluyeron algunas de sus obras en el repertorio.
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Espectáculos El Llanquihue

"Fue una experiencia muy gratificante, nos movimos como una gran familia y nos encontramos y nos unimos por la música. Fue muy bakán", dice Joaquín Gallardo, integrante de la Orquesta Latinoamericana del Colegio San Francisco Javier de Puerto Montt, que este fin de semana participó del Encuentro de Orquestas de la Red Educacional Ignaciana, que se realizó en el Teatro Municipal de Valparaíso organizado por la Escuela San Ignacio de Loyola de ese puerto.

Niños y jóvenes de seis colegios de la red ignaciana de distintos puntos del país, compartieron escenario y el amor por la música, con repertorios marcados además por el centenario del nacimiento de Violeta Parra.

Desde Puerto Montt viajó la delegación más numerosa, 47 niños y jóvenes, de entre 6° básico y 4° de Enseñanza Media, y 5 profesores del área de Música del San Javier. El grupo emocionó al público, en el que había muchos puertomontinos residentes en la zona central, con algunos de los temas más conocidos de la gran cantautora nacional, pero especialmente con las interpretaciones de Puerto Montt o Sube a Mi Lancha, coreadas por los asistentes. Y al cierre, como ya es tradicional en las presentaciones del grupo, el infaltable Galeón Español, que llenó de ritmo la antigua sala del teatro porteño

Pero probablemente el momento más alto de la jornada fue el encuentro al que fueron invitados por el Colegio Seminario San Rafael, de Valparaíso, en el que luego de la presentación de ambas orquestas en el cómodo anfiteatro del establecimiento, y mientras compartían una colación, espontáneamente los alumnos de ambos grupos tomaron sus instrumentos, incluso los intercambiaban y terminaron tocando y cantando juntos en una emocionante jornada.

"Fue una experiencia muy linda. La oportunidad de trabajar con ellos, de compartir, complementarse y que de un solo ritmo pudiéramos sacar muchos más y me encantaría ir a otro", dice Paloma Maldonado, alumna de 8° Básico.

Para el jefe del sector de Música del Colegio San Javier, Héctor Rosas, "es una riqueza tremenda que puedan conocer otras realidades, otras orquestas del país, que muestren lo que han trabajado y avanzado; que muestren el trabajo de equipo a otros públicos y que puedan socializar. Es muy bonito el entusiasmo, el compromiso con que toman esta actividad".

Explica Rosas que es una orquesta latinoamericana porque juntaron la orquesta de cámara del colegio, con sus instrumentos tradicionales, como violines, violas, chelos o flauta traversa, con los del taller andino y sus zampoñas, quenas, charangos, entre otros, lo que de paso los ha obligado a hacer arreglos musicales propios, "un trabajo de los profesores del colegio", destaca.

Para Gallardo este es su último encuentro, "Eso nos marcó mucho, nos unimos por la música", dijo Gallardo, para quien este es su último encuentro porque ahora egresa del colegio. Y como lección para los más chicos, afirmó que "aparte de disfrutar tocando, en lo posible que traten de compartir con los otros grupos, que se den el tiempo para conocerse, para saber de otras personas, que vienen de otros mundos".

Tiempo violeta

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Violeta Parra está siendo canonizada y subida al Olimpo. Es el modo institucional e irremediable que tiene la cultura nacional de construirse. También hay que decir que es el modo en que el país otro (o el otro país), ese que se identifica con el estilo progresista de la república, con la voz de lo que alguna vez fueron los desposeídos, los trabajadores del campo y la ciudad, y con la reivindicación de las culturas originarias y que también tuvo (o tiene) una expresión política, la cultura de izquierda. Se trata de una decisión político cultural la de encumbrar a este personaje clave de la historia cultural del país, que junto con su hermano mayo, Nicanor, crearon quizás el más importante linaje familiar popular, a distancia del modelo de los apellidos vinosos que han determinado los sistemas anteriores de construcción de nación.

Violeta siguió una estrategia efectiva, aunque tuvo momentos trágicos con su muerte incluida. Su subjetividad era fascinantemente, compleja y autodestructiva, plena de paradojas, pero sobre todo de una creatividad insólita y muy productiva. Tenía momentos de delirante optimismo y de pesimismo catastrófico. Ambas articulaciones determinadas por una gran capacidad de producción de imágenes. Ella le enseñó a las generaciones posteriores cómo se construye una obra y cómo se elabora un mito.

Su canonización republicana es un acontecimiento, comparable, creo, a la nacionalización del cobre. Y, por otro lado, quizás el efecto Bob Dylan, de darle el premio Nobel a un músico, posibilitó una decisión de Estado tan potente. No recae todo el peso en esa circunstancia, pero sí le da justificación teórica.

Violeta no era solo una poeta, era una artista múltiple, música, folclorista, investigadora, artista visual y arpillerista. El temor es el de siempre con la voluntad canónico institucional, el de convertir al personaje en un objeto de culto o de lujo, o en banalizarlo. Se repiten ciertos tópicos, como el de "hacerle justicia a una de nuestras más grandes artistas que no fue muy reconocida en vida" o la utilización de esa memoria patrimonial para fortalecer la institucionalidad cultural, asumiendo cínicamente una culpa histórica.

Lo más importante de Violeta es que promovió una recuperación del arte popular y construcción de una política cultural posible, lo que fue después muy bien aprovechado por el Partido Comunista. Durante mucho tiempo ella representó la política cultural del partido, y quizás aún es así, algo análogo ocurrió con Neruda, aunque el partido nunca fue muy coherente ni buen administrador del legado de estos dos grandes militantes. Ambos han sido los ejes del imaginario de la izquierda chilena o de la cultura de izquierda, a la que pertenecemos una buena cantidad de chilenos.

Violeta trabajó en la Universidad de Concepción en la década de los 50, y ahí desarrolló investigación folclórica junto a otros artistas. Lo demás ya lo conocemos, su paso por Santiago, su viaje a Francia, la carpa de La Reina, su relación con el campo cultural de la época, etc.

Todo lo que vino después solo la ha citado permanentemente, como le pasó a toda una generación con Neruda, hasta que apareció el hermano de la Violeta, en un análisis bastante reductor, decimos esto. Con estos monstruos de las operaciones simbólicas suele ocurrir así, dejan muy amarrados los ejes y el marco productivo, lo que constituye una camisa de fuerza para las generaciones posteriores.

La nueva canción chilena con Víctor Jara, Quilapayún e Inti Illimani fue iluminada por Violeta y proyectada hasta el día de hoy en una escena bastante productiva que va desde el folclore más tradicional, hasta el rock y el pop fusión. Violeta es la matriz de nuestra orfandad.

Marcelo Mellado