Fueron más de 2 mil los puertovarinos que se juntaron el sábado a protestar por la contaminación del lago. Situación que los molesta, daña el entorno en el que viven y desmejora la calidad de vida, no solo de los que llegan a visitar la ciudad, sino que de los que allí viven día a día. Por ello, no resultó raro ver que la mayoría de los asistentes llegó en familia, junto a sus niños, que son la futura población de la comuna.
Una convocatoria que ya la quisieran otros movimientos con fines menos altruistas o manejados políticamente. Sí, porque esta reunión de pacífico descontento no fue articulado por la mezquindad de quienes se interesan participar en cada marcha enarbolando las mismas banderas de siempre y con la única intención de ser visibles.
No. Esto no tuvo que ver con política, ni con organizaciones con ideologías individualistas, y de ahí el valor que tiene la reunión que terminó con la firma y lectura de un petitorio ciudadano.
Muchas veces se acusa a la población de indolente, desinteresada e irresponsable, que le endilga las soluciones de todo lo que pasa a otro: a la autoridad de turno, al vecino del frente o a cualquiera, pero no, en esta movilización no fue así.
La marcha con el eslogan #SalvemosElLago surgió espontáneamente luego de la vergüenza e indignación que provocó una publicación en Facebook -hace una semana- del descubrimiento de heces en el borde del lago.
Aquí las redes sociales que, hoy en día se caracterizan por ser receptáculo de odiosidades y engaños, extrañamente tuvieron el efecto contrario; viralizando la preocupante información, agilizando la respuesta de las autoridades -que por meses han estado pasivas ante esta situación- y, por último, convocando a miles de puertovarinos descontentos y que exigen un cambio radical; conscientes de que la situación afecta a todos quienes transitan por ahí, pero también provoca un grave daño ecológico que podría llegar a ser irreversible.
Que la convicción de quienes marcharon apure a las autoridades para que encuentren una solución definitiva y muestre a los otros ciudadanos que, para cambiar el mundo, primero hay que movilizarse por lo que amamos y nos importa.