El espíritu de estas Fiestas patrias me hizo reflexionar sobre una de las principales exponentes de nuestro folclor, Violeta Parra. Y al conmemorarse 100 años de su nacimiento, quiero sumar un reconocimiento a otros de sus tantos atributos ya destacados, me refiero a su enorme capacidad innovadora y de emprendimiento.
Después de deambular por muchos escenarios menores que incluyeron bares, quintas de recreo, pequeños teatros y circos, su amor por la música y los consejos de su hermano Nicanor, la llevaron a recopilar la genuina música chilena en distintos lugares del mundo rural del país. De esa búsqueda y de su incesante afán de observación de su entorno, social, cultural y político, nacieron sus canciones, surgidas de la auténtica cultura popular, rompiendo con los estereotipos del folclor tradicional de Chile y América Latina. Violeta había sido perseverante y curiosa en la búsqueda de un sueño de creación, venciendo muchas dificultades. Había logrado crear sobre la base del rescate de la música popular de las comunidades ignoradas, asombrándose ante la sencillez profunda y cautivante de ellas. Pero no se detuvo allí, se relacionó con artistas e intelectuales de Chile y el extranjero, enriqueciendo su cosmovisión, agregando elementos que hicieron aún más grande su propuesta emergente. Violeta recorrió el campo, pero también Europa, y los caminos de las artes plásticas, demostrando que el arte y la innovación no tienen límites físicos ni disciplinarios cuando los alienta una aspiración de fondo y comprometida. Violeta rescata y difunde la cultura y las tradiciones del hombre y la mujer que eran invisibles hasta entonces en los más recónditos lugares de Chile, haciéndolas suyas, así como sus sufrimientos, alegrías y esperanzas. Violeta pasaba a ser la creadora del nuevo canto de Chile y América Latina, con una propuesta que, basada en sus raíces populares, testimoniaba sus formas de vida y sus desvelos por una sociedad más justa e igualitaria.
Violeta emprendió en muchos frentes, para dar a conocer su obra, creó un centro de arte, una peña y realizó giras al extranjero para presentar su creación plásticas en museos, como el Louvre y otros lugares de exposición de alta relevancia. Violeta había innovado y había emprendido. Violeta había rescatado mucho más que la cultura popular, había dado el paso necesario para que la sociedad comenzara a reconocer los valores del hombre y la mujer marginados, sus legítimas aspiraciones sus sueños ignorados, y los había transformado en una creación novedosa, magistral y reconocida en todo el mundo. Violeta fue y es, un testimonio poderoso de perseverancia, innovación, emprendimiento y amor…. amor que al fin de cuentas, es el que hace posible las grandes obras, como la suya.
Adolfo Alvial M.
director regional de Corfo.