Luis Toledo Mora
La empanada de horno que prepara el local Mil Sabores, emplazado en la esquina de las calles Los Notros con Puerto Yungay en el sector Mirasol, se consolida como una de las mejores de la Provincia de Llanquihue, como quedó demostrado el jueves en el certamen que organiza Diario El Llanquihue.
Los vencedores de la sexta versión del concurso para escoger la mejor empanada de horno de estas latitudes, ya arrastran galardones y experiencia en estas lides culinarias.
Ocuparon el primer lugar del mismo concurso en 2015, y el año pasado se quedaron con el segundo puesto, lo que sin duda da cuenta de una sostenida calidad en la preparación del producto que constituye la piedra angular de la gastronomía nacional.
Detrás de la galardonada empanada está la historia de un matrimonio que decidió emprender, y que lidera un equipo de cinco personas dedicado a preparar platos con sabor e identidad criolla.
"Nuestra empanada tiene su origen en una receta de mi madre, la que adaptamos para poder hacerla comercial. En el fondo rescatamos lo mejor de esa receta familiar y la estandarizamos", explica Christian Martel, chef profesional y propietario del negocio.
En cuanto a la carne utilizada para el pino, sin dar mayores detalles, indica que ocupa un corte "semimagro que tiene una buena proporción de grasa, pero sin excesos".
Sobre el otro elemento clave en de la empanada criolla, la masa, también guardó su secreto, indicando que "lleva harina y agua".
Del proceso que entregó más antecedentes fue de su cocción. "Para que quede bien la empanada se requiere un horno fuerte, que genere una reacción rápida sobre la masa. Eso permite además un dorado perfecto", explica.
Del mar a mil sabores
Puertomontino de tomo y lomo, el chef Christian Martel estudió gastronomía en Inacap, tras egresar del Liceo de Hombres Manuel Montt.
"Antes de tener el local estuve embarcado, trabajando como cookie (cocinero de un barco), navegando con naviera Magallanes (Navimag), Transmarchilay, recorriendo la zona de los canales. El sueño de todo cocinero es tener su restaurante, pero eso requiere muchos recursos. Por eso decidí dar la vuelta larga y tener un negocio pequeño y familiar, que me sirva de trampolín para llegara cumplir mi sueño", cuenta.
Y precisamente el Mil Sabores es un espacio que con tres años de vida, y sin ser un restaurante, ofrece platos preparados que se pueden llevar o servir en el local.
Dentro de su oferta están las empanadas de horno a mil 500 pesos y las fritas a $600, también de puede encontrar pastel de choclos a $3 mil 500, ceviches y pichangas.
Otra preparación destacada del Mil Sabores son sus sandwichs de mechada, lengua y lomo kassler, en versiones luco, italiana y chacarera.
"Valoro que hemos recibido estos premios por nuestra empanada, sin ser una fábrica de empanadas. No somos especialistas, y hemos ganado dos veces el primer lugar y el año pasado el segundo. Nuestro local apunta a ofrecer todo lo que es comida chilena", explica Martel
Milcia Saavedra, esposa del chef porteño, cuenta que en el lugar también todos los días hay colaciones, siempre con platos caseros inspirados en esa cocina de hogar.
"Para llevar y servir. Si es para llevar sale 2 mil 800 pesos, y es sólo la colación. Si es para servir cuesta 4 mil 500 pesos, lo que incluye un consomé o ensalada, el plato de fondo, el postre y una bebida. Este viernes, por ejemplo, tuvimos arroz con bistec de lomo de vacuno", cuenta.
Diariamente, cerca de 40 personas llegan a la hora de almuerzo al Mil Sabores, eso además del público que llega para probar sus sandwich criollos, o en búsqueda de la que ya es la empanada más premiada de la Provincia de Llanquihue.
"En nuestro local la venta de empanadas ha ido en aumento, lo que ha crecido incluso después de los premios. Hemos tenido que comprar más hornos y máquinas para amasar, y hasta hacer ampliaciones para tener más espacio. Hoy prácticamente toda nuestra casa se ha convertido en parte del negocio", precisó Milcia.