El 26 de agosto se celebra el día de la Educación Técnico Profesional, desde hace años se celebra también el día del Profesor Normalista. Ambas celebraciones tienen algo en común: el Profesor Normalista no sólo enseñaba contenidos, también valores, actitudes e incluso oficios; por su parte el estudiante Técnico Profesional, no es un estudiante cualquiera: se prepara para la vida del trabajo desde las competencias transversales:buena actitud, respeto, proactividad; hasta su especialidad técnica.

La semana TP estuvo marcada por celebraciones de todo tipo, en ONG Canales pudimos ver cómo charlistas técnicos, emprendedores y profesionales motivaban a estos estudiantes en toda la zona Sur Austral. Sin embargo, el reclamo de los docentes sigue siendo el mismo: pocas libertades para la conexión Liceo -Empresa, escasez de bibliografía y material complementario para potenciar cada uno de los módulos. Hemos sabido de profesores que realizando post títulos no cuentan con material bibliográfico pertinente, ni siquiera desde el Ministerio de Educación. La empresa, por su parte, está marcando la diferencia interviniendo cada vez más desde su propia vereda, enfatizando en el desarrollo de los egresados. Las políticas públicas se han desentendido de la Educación Técnico Profesional, esa que forma jóvenes profesionales; esa que abastece organizaciones, empresas e industrias en todo nuestro país desde el área de Recursos Humanos hasta la dotación del rubro Industrial o Marítimo. Mientras en el Congreso se discuten importantes temas sociales, han pasado varios gobiernos que más que mejorar las buenas acciones TP han desarmado las bases curriculares, causando estragos incluso a nivel de oferta y demanda.

"Estamos en el mejor Chile para los técnicos", señaló José Barrientos de la empresa B y S de Puerto Montt, lo dice con el conocimiento no sólo porque es un técnico reconocido, sino porque busca mano de obra capacitada para sus diversas empresas. Es importante que esta conmemoración, no sea sólo un acto con autoridades de turno, sino que en los próximos años tengamos verdaderas celebraciones, con una comunidad ministerial consciente; con directivos comprometidas con sus establecimientos y por supuesto, con la validación que cada joven de esta formación se merece.

Mariela Silva,

asistente técnico ONG Canales.

La muerte de un empresario en la provincia de Palena, en el contexto de un accidente de tránsito la semana recién pasada, no sólo se transformó en una terrible tragedia para su círculo familiar y de amigos más cercano, sino que desnudó, una vez más, lo rudo y brutal que puede resultar vivir y morir en las zonas más alejadas de los grandes centros urbanos de la Región de Los Lagos.

El fatal accidente ocurrió durante la mañana del miércoles 23 de agosto. Según determinó el Ministerio Público, se dispuso la presencia de los peritos de la Sección Investigadora de Accidentes de Tránsito de Carabineros de Puerto Montt, para establecer mediante pericias científicas las causas del volcamiento. Y además, que el Servicio Médico Legal realizara la autopsia respectiva. Lamentablemente, este segundo trámite formal se transformó en un elemento que profundizó aún más el dolor de esa familia y de la comunidad, puesto que en dos ocasiones fracasaron los viajes de médicos forenses provenientes desde la Región de Aysén, quienes tanto por vía área como por tierra no pudieron concretar el viaje a Futaleufú, por las malas condiciones de la Carretera Austral y del aeródromo. Ello, complicado con los efectos del frente de mal tiempo que azotó a la región. ¿Cómo se solucionó el tema? Tres días después, y gracias a la gestión de la familia de la víctima, un avión salió desde El Tepual con los médicos calificados para dicho examen. Recién el sábado se pudo hacer la ceremonia fúnebre.

Resulta indignante la forma en cómo se resolvió esta situación. No sólo porque fueron los propios deudos quienes tuvieron la misión de solucionar un problema de la burocracia estatal. Lo que molesta es que el Estado le falló a toda esa comunidad, dejando de manifiesto una suerte de ciudadanía de segunda categoría, donde no hubo celeridad en la disposición de los medios mínimos para resolver un drama que unió a todo un pueblo. Las personas que viven en zonas extremas merecen un trato digno y no ser sólo un número más a la hora de buscar apoyos en una elección.