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Justiniano y su nueva heroína: "Es una mujer empoderada naturalmente, muy valiente"

CINE. Este jueves 24 de agosto se estrenará en todo el país "Cabros de mierda", la película más reciente del cineasta chileno.
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La historia transcurre en 1983, en plena población La Victoria. Allí vive Gladys (Nathalia Aragonese), conocida como "La francesita", una mujer entrando a los 30, que comparte casa junto a su madre y su hija, luchando como puede para recuperar la democracia.

Es la época dura del primer decenio de la dictadura que comienza a resquebrajarse con las primeras protestas nacionales convocadas con el mayor sigilo. A casa de Gladys llega Samuel Thompson, un joven mormón estadounidense (Daniel Contesse) que aterriza en este rudo mundo de ollas comunes, allanamientos, detenciones y enfrentamientos entre los pobladores y las fuerzas militares, además del encanto de Gladys y su luz entre tanta sombra.

Esa es la historia de "Cabros de mierda", la película más reciente de Gonzalo Justiniano, que se estrenará este jueves en 35 salas de todo el país y que el realizador de otros clásicos del cine chileno, como "Caluga o menta" y "Sussi", adelantó a este medio.

Por cierto que la película añade, entre sus dos horas de duración, muestras del sobrecogedor material de archivo que un veinteañero Justiniano registró en poblaciones santiaguinas en esa época y que no había visto hasta hace poco, cuando las donó al Museo de la Memoria y echó a andar este filme.

Para armar el guión recurrió a los recuerdos de esas jornadas peligrosas y la vida cotidiana de un Santiago de hace casi 35 años donde cree que la mujer tomó un rol crucial para seguir manteniendo cierta base social. Cuenta que su heroína es "una mujer empoderada naturalmente, muy valiente y contradictoria, que se hace cargo de su casa y de otras personas".

La película está dedicada a tres sacerdotes -Gerardo Whelan, André Jarlan y Pierre Dubois- de quienes fue Justiniano amigo y fueron los dos últimos quienes lo llamaban cuando empezaban las protestas en La Victoria, lugar donde habían levantado una parroquia. "Muchas veces me llamaban a las seis de la mañana para decirme que fuera, que estaban entrando a la población con tanquetas a allanar", recuerda el realizador.

Elección del reparto

El proceso de selección de los actores fue largo y crucial. "Busco personas que expresen visualmente, de manera natural, y la opción por los protagonistas se dio a partir de la mezcla que generaron. Daniel venía saliendo de la Católica, había vivido quince años en Estados Unidos y tenía esa cara de niño bueno, un mormón caminando por las calles de Santiago", resume el director que también tuvo mucha suerte de encontrar al niño Elías Collado en un taller de teatro en Recoleta. Este pelirrojo interpreta a Vladi, uno de los niños que acoge Gladys en su casa.

Las locaciones fueron hechas básicamente en La Victoria, bajo la mirada atenta del director de Arte, Carlos Garrido, para retratar lo más fielmente los años 80.

En cuanto a la impecable fotografía que retrata ambientes y personas, es del talentoso Joan Miguel Littin con quien nunca había trabajado antes pese a la amistad. "Fue un aporte muy importante porque la filmación fue con mucha gente, con decorados naturales y en espacios reducidos, así que con su experiencia y talento manejó la luz muy bien, los claroscuros, los colores, los juegos de ventanas dándome muy buenas puestas en escena y ahorrando planos", comenta Justiniano.

Por su parte, la actriz Nathalia Aragonese cuenta que este protagónico fue un gran desafío en términos de vivir una época desconocida para ella y a la que accedió gracias a todo un recorrido emocional que emprendió. También reconoce que fueron muy buenas las largas conversaciones previas que tuvo con el director y con las mujeres de La Victoria que vivieron esos años.

"También me valí mucho de pensar cómo un ser humano resuelve cierto contexto con los problemas que se le presentan, en este caso dificultades de comida y cosas básicas que enfrenta con mucho ímpetu, ella se mueve por un instinto de sobrevivencia y saltar escollos: quitar el hambre, dar cobijo, es muy de piel y eso la lleva a transitar lo que sucede, sin pensar mucho en las consecuencias", dice Nathalia.

Mucha espontaneidad

Sobre el rodaje cuenta que el equipo estuvo un mes y medio casi viviendo juntos por lo que muchas escenas se dieron con espontaneidad. "Creo que no me aprendí ninguna escena así textualmente, hubo mucha improvisación y me dio mucha libertad para crear y presentar nuevos textos", rememora.