Preservando la biodiversidad
Isla Lagartija de Calbuco se erige santuario natural, como bastión de aves marinas y de antiguos asentamientos humanos.
Al tenor de sus excepcionales atributos arqueológicos, de la biodiversidad de su fauna y de su incomparable belleza natural, así como por su incontaminado ambiente, la Región de Los Lagos y la Provincia de Llanquihue en especial, siguen predominando -a nivel nacional- como zona de particulares atractivos turísticos.
Patrimonialmente, en las últimas semanas se ha visto enriquecida con la anuencia del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad para que la Isla Lagartija de Calbuco se convierta en Santuario de la Naturaleza. Distinción que ha sido recibida con entusiasta beneplácito por la comunidad sureña y sus autoridades, que saben apreciar estos reconocimientos que contribuyen a un mejor desarrollo cultural y turístico de esforzadas comunas, como la calbucana y su maravilloso archipiélago de catorce islas, entre ellas la agraciada con la referida denominación.
Los méritos de Isla Lagartija son sobrados. A su singular apariencia, une su calidad de hábitat permanente para varias especies de aves marinas, donde destaca el Pingüino Magallánico. Mientras que en sus costas alberga valiosos vestigios de pasadas civilizaciones que vivían de los recursos del mar. Lo que se evidencia en los aún existentes corrales de pesca en sus playas y también varaderos de canoas, además de un antiguo gran conchal. Todo lo cual revela un pretérito estrechamente vinculado a las actividades de la pesca y de la recolección de mariscos de orilla.
Con la aprobación de este nuevo santuario natural, -como lo ha connotado el seremi de Medio Ambiente, Jorge Pasminio, junto a todos quienes impulsaron y perseveraron en la iniciativa-, se agrega un nuevo importante territorio para la conservación de la biodiversidad sureña. La que es de una riqueza sinigual y digna del mayor cuidado y preservación. Tal cual ocurre, por ejemplo, con los humedales de la Comuna de Maullín, que están integrados a la red hemisférica de reservas para aves playeras, que aquí encuentran un verdadero paraíso para el desarrollo de sus ciclos de vida.