Navegando ya el Mes del Mar, -velas en ristre hacia un horizonte esperanzador-, las actividades conmemorativas y que resaltan la trascendencia marítima para Chile y su extenso litoral, y para Puerto Montt en especial, en nuestro medio son lideradas por la Quinta Zona Naval, que ha organizado un programa singular enfocado en iniciativas culturales, deportivas y sociales.
Estos días son idealmente propicios para que -como comunidad puertomontina- vayamos calibrando cada vez más en lo importantísimo que es estar radicados junto al mar y sus enormes potencialidades como fuente de productividad alimentaria y vital ruta de transporte, así como también indispensable complemento de equilibrio medioambiental y motivo inspirador artístico y deportivo.
Un gran privilegio, que lamentablemente, a veces y bastante a menudo, los porteños no sabemos valorar ni reconocer. Y así, paradojalmente, enfrentamos el presente y miramos al futuro de espaldas al mar. En circunstancias que los mayores atributos y virtudes de Puerto Montt -y que marcan a esta capital regional frente al mundo- se encuentran en su paisaje marino e insular, identificado en su mítico Angelmó, en su emblemática isla Tenglo, en la mansedumbre de su bahía y el canal que serpentea apegado a las costas de Anahuac y Chinquihue. En su histórico puerto, que hoy lucha por recuperar su influencia desarrollista de otrora. En la convicción de consolidar el turismo de cruceros internacionales y sus majestuosos hoteles flotantes, a través de la definición de un proyecto de molo exclusivo de recalada para ellos, mientras mediante un plan maestro se intenta el resurgimiento portuario local, en cuanto a transferencia y recepción de carga en el puerto estratégico de la zona patagónica. En tanto que Tenglo sigue en su eterna espera de plena integración al turismo y los deportes náuticos, como la boga, no logran despegar por falta de una casa de botes.
En este Mes del Mar 2017, los porteños debemos renovar nuestra fe en un promisorio porvenir comprometidos con el mar. ¡Hagámoslo!