Otra de las organizaciones emblemáticas de Puerto Montt, que ha sobresalido, sobre todo, por su extraordinario aporte en la promoción turística y cultural de los atributos naturales y del patrimonio de esta ciudad puerto y de la región misma, es la Asociación de Artistas Plásticos, que hoy preside José Luis Vargas, y que la han integrado creadores de la talla de Pacheco Altamirano, Manuel Maldonado (Manoly), Gastón Gómez, Hugo John, Hardy Wistuba, Luis Vicencio, Lorenzo Stuardo, Luis Rojas, Juan Rivera, Carlos Laroze, Rossy Oelckers, Liesel Reuter y tantos más.

Además del talento que palpita, luminoso, en sus pinturas, mostrando y transfigurando el paisaje natural y humano del sur, esta noble agrupación se proyecta a la comunidad a través de capacitaciones y talleres, los que realiza incluso en lugares apartados; exposiciones dentro y afuera de la ciudad, en colegios, universidades, sedes comunitarias, plazas, entre otros; junto con concretar donaciones de algunas de sus valiosas obras plásticas a instituciones que ayudan al prójimo vulnerable.

En la actualidad, la gran aspiración de los siempre inquietos y emprendedores artistas plásticos puertomontinos, es mejorar -ornamentalmente- el entorno donde se encuentra su sede junto a los palafitos de Angelmó. Su proyecto considera levantar allí una novedosa plazoleta con techumbre transparente, destinada a presentaciones artístico-culturales en el lugar y a actividades al aire libre de los pintores, con o sin lluvia. Lo que en el presente no se puede efectuar, precisamente por la carencia de un equipamiento de estas características.

Según el directivo de la entidad, Gabriel Valerio, ellos están ansiosos que se considere esta propuesta dentro de la obra de remodelación integral que viene para el sector turístico de Angelmó. Al que consideran el más valioso patrimonio histórico, cultural y turístico de Puerto Montt. Y que amerita de este tipo de iniciativas, que lo embellezcan, potencien y lo hagan cada vez más atractivo y digno de ser visitado por los turistas nacionales y extranjeros.

San Mateo nos narra que Jesús entra en Jerusalén, acompañado de sus discípulos. Entra montado en un borrico. La gente extendía sus mantos sobre el camino y otros cortaban ramas de árboles y lo cubrían con ellas. (cfr Mt 21. 1-8). La gente lo aclamaba diciendo: "¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!" (Mt 21, 9). Aquí vemos que Jesús entra en Jerusalén, aclamado por las multitudes y es reconocido como Mesías, cuando se habla de Él como Hijo de David. Además, la palabra "Hosanna", quiere decir "¡Sálvanos!", lo que significa el reconocimiento a su categoría divina. En este día, acogemos a Jesús como nuestro Salvador, que viene para liberarnos de nuestros pecados y darnos una vida renovada. Jesús entra de una manera humilde y sencilla, montado en un asno. Ya el modo en entrar nos indica que su Reino de paz y humildad se aparta de todo modo de gobernar con poder, al modo de los reinos temporales. En este sentido, Jesús nos invita a ser más humildes y sencillos en nuestro modo de ser y de vivir cada día. Así Jesús entra en la última etapa de su vida terrena, siendo aclamado por la gente. Pero pocos días después morirá en la cruz. Todo el entusiasmo que la multitud tenía para alabar a Jesús, al poco tiempo se perderá, cuando Jesús es enfrentado a una muerte de cruz. Esta realidad nos invita a reflexionar sobre nuestro compromiso con Cristo, pues muchas veces alabamos al Señor, y luego somos incoherentes con la fe profesada. En los momentos de dolor, de sufrimiento, fácilmente nuestra fe decae. Jesús nos invita a mantenernos junto a Él, en todo tiempo y en toda circunstancia, en los momentos buenos y en los momentos de dificultad. Él mismo se nos ofrece como compañero de camino y está siempre con nosotros, aunque aparentemente no lo veamos. En estos días de Semana Santa, el Señor nos llama a reflexionar sobre nuestra propia vida, conscientes de que Jesús, que muere en la cruz, realiza un noble sacrificio por cada uno de nosotros. Si Jesús muere en la cruz es para liberarnos del mal y del pecado, siendo un servidor nuestro (cfr Flp 2, 6-11). Gesto sublime que realiza sólo porque nos ama.

Pbro. Dr. Tulio Soto.

Vicario General del Arzobispado de Puerto Montt.