Estamos a tiempo, los puertomontinos y sus autoridades, -inclusive la comunidad regional- , para comenzar a preparar un dignísimo homenaje de conmemoración de la histórica visita que hiciera a Puerto Montt el fallecido Papa Juan Pablo II, hoy venerable santo. Un singular acontecimiento ocurrido hace 30 años, que se cumplirán el venidero 4 de abril y que es preciso festejar dignamente.
Tratándose de un episodio memorable y del merecido tributo a un Pontífice tan querido -recordado no sólo por las bendiciones de su venida, sino que por haber sido el artífice de la paz chileno-argentina, a punto de quebrarse-, lo menos que se justifica hacer es homenajearle con el mayor cariño y gratitud en una fecha tan especial como aquella.
Las propuestas al respecto no han faltado. Como la del propio Arzobispo de Puerto Montt, monseñor Cristián Caro que, en su homilía del reciente aniversario local, recordó que se mantiene pendiente un homenaje perpetuo de esta capital regional al gran Papa y mensajero de la paz y el amor, levantando un monumento en el lugar mismo donde celebró la Eucaristía de los 500 años de la Evangelización de América. Vale decir, en el sector costanero, en las inmediaciones del museo, junto al mar. Esa misma rada que Juan Pablo II navegó -impresionado de tanta belleza paisajística circundante- aquel inolvidable día de sol esplendoroso, rodeado de los pescadores artesanales. Mientras una multitud nunca vista, engrosada por delegaciones del sur, lo aplaudía y acompañaría luego en su recorrido costanero y en el encuentro final de la santa misa.
Otra iniciativa interesante de nuestros lectores sobre el tema papal, es la del proyecto de habilitación en la costanera de una especie de parque, con bellos jardines, senderos, testimonios y la efigie de San Juan Pablo II como núcleo del ornato. Y para lo cual sería oportuno considerar la experiencia del escultor puertomontino Pedro Bustamante.
Siquiera anunciar una obra semejante, el 4 de abril próximo, honraría la memoria del Papa amigo, que tanto nos quiso y cuida hoy desde su santidad.