El tercer gran símbolo de Puerto Montt, además de su Bandera y el Himno -que ya hemos destacado en toda su trascendencia histórica y esencia autóctona, con motivo del reciente aniversario de la ciudad- es su Escudo, que luce tradicionalmente en el frontis del edificio de la Municipalidad de la capital de la Región de Los Lagos.
Se trata de una creación y obra del arquitecto porteño Elizardo Bravo y que fuera donada a esta ciudad puerto por el Club de Leones, con ocasión de los pretéritos actos celebratorios del centenario de Puerto Montt.
Sobresalen en el escudo los principales motivos locales: las cuatro colinas que históricamente caracterizan a Puerto Montt; la especie arbórea nativa el Alerce; la típica lancha chilota, que también adorna la bandera puertomontina; y la imponente silueta del volcán Calbuco.
En el presente, esas cuatro colinas ya casi no se distinguen entre tanto poblamiento, que ha trepado por cada recodo de sus cerros, extendiéndose asombrosamente a sus más altas terrazas y haciendo ya pensar en una conurbación con la vecina Puerto Varas. El crecimiento demográfico de la capital regional es impresionante y obliga a delinear nuevos desafíos, para responder con diligente eficacia a las cada vez mayores necesidades de esa población en constante auge.
Las lanchas chilotas también cumplieron su ciclo, relevadas por embarcaciones motorizadas más rápidas. Pero, en su calidad de invalorable patrimonio de la historia de Puerto Montt y la zona sur, siempre está latente la inquietud y anhelo de rescatarlas, para que su presencia no deje de adornar la bahía y de enriquecer nuestra marítima tradición.
A su vez, los milenarios alerces, que hoy se resisten a la extinción, serán siempre un sello singular del devenir regional y, más que nada, de sus albores de civilización. Mientras que el volcán Calbuco, junto a su maravillosa belleza, recuerda también el poder de la naturaleza cuando su furia se desata.
Puerto Montt y sus símbolos: una perenne lección desde el escudo de nuestro pujante terruño.