Puerto Montt se apresta a celebrar un nuevo aniversario de pujante y progresista existencia, sin integrar cabalmente -al desarrollo puertomontino- a esa compañera de siempre que es la isla Tenglo. Acaso el atractivo más admirado -lamentablemente desde lejos- por los visitantes, que lo primero que les llama la atención de esta ciudad puerto, es justamente esa imponente ínsula y la desatención de que es objeto. Sin lograr comprender cómo se puede desperdiciar un recurso tan valioso, sin desarrollarlo ni incorporarlo al proceso de modernización de nuestra influyente capital regional.
Aquilatando precisamente la trascendencia de Tenglo, en cuanto a sus potencialidades para llegar a convertirse en un engranaje clave en el funcionamiento del potente motor desarrollista socioeconómico de Puerto Montt, desde los ámbitos de la industria turística, es que hace unos cuantos lustros el connotado ingeniero puertomontino René Fischmann, puso sus servicios a disposición de las autoridades y comunidad. Y para lo cual mostró públicamente un interesante proyecto para el despegue tenglino y su decisivo aporte como gran palanca turística.
Básicamente, la idea era transformar la isla en un gran parque natural y enclave del turismo y cultura, así como habilitar marinas y equipamiento para los deportes náuticos en sus costas. Y, sobre todo, unir Tenglo con la ciudad mediante un puente especial a la altura de las inmediaciones de Angelmó. Y con ello, armar todo un núcleo, -de particular sello patrimonial-, Tenglo-Angelmó, de singular atractivo nacional e internacional.
La acogida al proyecto fue entusiasta y unánime la aceptación.
Pero, como siempre, el tiempo se encargó de que fuera olvidado y de que no faltasen los pusilánimes que pusieran escollos para que ni siquiera hubiera optimismo en la posibilidad de hacer realidad un adelanto semejante.
Hoy, ante un nuevo aniversario puertomontino, todos quieren a Tenglo como el brazo derecho del turismo. Pero, con esa mentalidad, ¿cómo?...