Una ciudad puede adolecer de muchas carencias y subdesarrollos, falta de adelantos, que a fin de cuentas son soportables; pero, lo que jamás será aceptable ni perdonable es su desaseo. Menos todavía si las pretensiones de esta urbe son alcanzar un influyente rango turístico en el marco de la zona patagónica.
Es indigno e injustificable, entonces, llegar a un estado de suciedad urbana -sobre todo insoportable en sus poblaciones de mayor densidad demográfica- como el que hoy se reclama en Puerto Montt. Más todavía, cuando se está en plena temporada estival, que es el período en que se produce el mayor movimiento turístico del año en la región.
Al reportaje realizado -sobre el tema- por "El Llanquihue", en forma unánime las autoridades y vecinos, junto con reconocer la inconfortable situación, enfatizaron el imperativo de subsanar lo antes posible el colapso higiénico en esta capital regional. Los contenedores están desbordados por los desperdicios y se perfilan como preocupantes focos de contaminación ambiental dañina para la salud de la gente.
Entre las causas básicas de este desbarajuste en el aseo urbano, se hace notar el hecho de que el relleno sanitario La Laja no funciona en horario nocturno. Lo que está significando que su cliente más relevante, que es el que aporta un mayor volumen de desperdicios, no esté siendo atendido de modo eficiente, conforme a los estándares en boga en estos servicios en el plano nacional.
Es prioritario enmendar rumbos en la recolección de las basuras de Puerto Montt. Comenzando por revisar y transparentar las responsabilidades de la empresa encargada, así como monitorearlas y hacerlas más eficientes. La comunidad puertomontina exige un servicio integral -sin cortapizas de horarios en La Laja- en la recepción de los despojos de la capital de la Región de Los Lagos, que -siendo de mayor tonelaje- demandan de la reciprocidad de rigor.
La población, por su parte, debe comprometerse también a hacer su aporte, depositando sus residuos oportunamente y donde corresponda.