Hace poco más de una semana asumieron las nuevas autoridades comunales. Alcaldes y concejales que comienzan un desafío importante, al estar por primera vez en el cargo y otros que, al cumplir de manera satisfactoria con su anterior gestión, fueron reconocidos por los ciudadanos con el voto. En ambas situaciones, la labor debe ser llevada a cabo con responsabilidad, diligencia y sobre todo, con compromiso de servicio público, porque sólo así podremos ir recuperando la calidad de la democracia.

Son los alcaldes y los concejales quienes mejor conocen lo que pasa en cada rincón de su comuna; saben de las necesidades de los vecinos y son, por cierto, con quienes tienen una comunicación más directa, de ahí la importancia de hacer gobierno desde lo local, y de saber priorizar los proyectos, con el fin de responder a los requerimientos de una comunidad que está cada día más empoderada e informada. Recuperar la confianza perdida es complejo, pero sé que con alcaldes y concejales responsables la ciudadanía podrá volver a creer en la política, en la buena política, esa que piensa en la sociedad en su conjunto y no en individualidades.

Por eso también hago un llamado a las nuevas autoridades, para que piensen en el bien común y no respondan a intereses particulares, porque sólo así podremos contribuir a formar una sociedad más pluralista, que sea capaz de asumir los desafíos del mundo actual. Lo fundamental es que todos hagamos lo correcto, lo pertinente, pues la transparencia y la ética son principios que deben tener todos los actores públicos.

Por cierto que ser alcalde no es fácil, pero estoy convencido de que con trabajo en conjunto y focalizado en mejorar la comuna, la labor puede fluir de una mejor manera.

Desde mi rol como diputado, refuerzo mi compromiso de seguir ayudando a los municipios a sacar adelante los proyectos que estimen convenientes para mejorar la comuna, y ser un intermediario entre los organismos necesarios para que cada comuna sea mejor, porque si tenemos mejores comunas, tendremos mejores personas.

Patricio Vallespín López.

Diputado de la República. Región de Los Lagos.

Si hay un acontecimiento en el año, que amerita resaltarse y congratular a sus organizadores, es el de la premiación a los mejores deportistas, en este caso a los de 2016, por lo mucho que significa en cuanto a estímulo, fortalecimiento interior, satisfacción del esfuerzo realizado y renovación de los ímpetus para continuar superándose en las palestras de la cultura física y honrando a Puerto Montt.

Anualmente, la Municipalidad -en un noble gesto prenavideño- reconoce a cada uno de los deportistas que han sobresalido en las distintas disciplinas. Donde éstos, damas y varones, han impresionado por sus grandes logros y marcas. Pero, también, por sus ejemplos de laboriosidad, entrega, perseverancia y enorme voluntad de ser cada día mejores. Deportiva y humanamente. Talentos y virtudes sobresalientes, tan propias de los deportistas selectos, como los que en esta oportunidad han sido galardonados como los notables del año por expirar. Sin olvidar el legado de honor que dejaron las remeras fallecidas Andrea Aguayo y María Olga Emhart.

Esta vez, el Mejor de los Mejores Deportistas de 2016 en Puerto Montt fue el joven ciclista Édison Bravo, del Club Melipulli. Valor pedalista, en quien idealmente se condensan todos los atributos señalados. Como privilegiado del podio en diversa pruebas locales, nacionales e internacionales. Como persona correcta, amante de su familia, sano y disciplinado. Como cultor del ciclismo, sacrificado, tenaz, luchador, con mucha fe en sus medios, personalidad y mentalidad ganadora. Y sin temores a desafiar también la pobreza de implementación local y carencia de fondos para proyectarse más allá de nuestras fronteras. Bravo le hace honor a su apellido. Lo es y mucho. Para él no hay desafío que lo amilane o lo asuste. Más aún si está consciente que estos logros -sus conquistas- contribuyen a justificar la concreción del gran sueño del ciclismo puertomontino: el Velódromo. Y, con ello, evitar la calle y desplazamientos a Curicó o Santiago, por algunos meses, para concentrarse y prepararse debidamente y cumplir con opciones en los eventos.