La conquista de un título deportivo nacional siempre será honroso y alentador para Puerto Montt, sobre todo si se trata del boxeo, que en los últimos decenios ha estado algo alicaído por estos lares, tras un espléndido pasado de mucho movimiento y logros. Y de impresionante atractivo en la gente.
Quien ha logrado hacer revivir el rudo deporte local, ha sido el joven pugilista porteño Mirko Manquecoy, que acaba de arrebatarle la corona de Chile de peso mediano al campeón chilote Juan Carlos Alderete. Cuyo oficio y experiencia no fueron suficientes para contrarrestar la vigorosa juventud y promisoria calidad boxística del gladiador puertomontino.
Con valores pugilísticos como Manquecoy, surgido de una cantera muy esforzada, con muy pocos recursos, pero con enorme fervor, decisión y vocación deportiva, el boxeo comienza a renacer en Puerto Montt. Y, lo que es más relevante, en la huella de las grandes figuras del esplendoroso pasado boxeril local, liderado por el emblemático Honorio Bórquez, conquistador de tres coronas nacionales y su inolvidable cetro Latinoamericano (1968), además de una pléyade de boxeadores forjados en grandes clubes como Estrella Blanca, Vicente Pérez Rosales y Lintz, que hicieron historia en vibrantes torneos de los barrios, de la asociación y de jerarquía nacional: Hernández (Tortilla), Calbeague, Espíndola, los hermanos Cárdenas (años 50-60); Hernán Díaz, Pedro Soto, Pedro Godoy, Luis Huentelicán, Ramón Ortega, José Vivar, Mario de la Paz, Carlos Retamal, Alejandro Vargas, Luis Fuentealba y tantos más (años 70).
Esa etapa de oro del pugilismo porteño justifica hoy su resurgimiento, con más apoyo gubernamental y facilidades de gimnasio. Y así canalizar el entusiasmo juvenil, que hay en la barriadas populares por calzarse los guantes y mostrar su guapeza sobre el ring, ceñidos a las lecciones de disciplina, sanos hábitos, voluntad de superación y correcto comportamiento, tan propios del boxeo.
Una Escuela de Boxeo, idealmente liderada por el campeonísimo Honorio Bórquez -leyenda viviente de este deporte local-, no es mala idea para cimentar las bases del renacer de esta disciplina que tanto honró a Puerto Montt en un pasado no tan lejano.