Uno de los primeros literatos, agente de cultura, profesor y columnista de El Llanquihue, en Puerto Montt, fue el recordado poeta porteño Salvador Zurita Mella, cuyo nacimiento -2 de noviembre de 1922- se conmemora hoy, y quien en su corta existencia de 29 años y meses (falleció en 1952) realizó una extraordinaria obra de bien y superación intelectual y pedagógica en el alma puertomontina.
Tras sus estudios primarios en el Colegio Arriarán Barros, se hizo contador general y viajó a Santiago, donde se tituló de profesor de castellano, literatura y taquigrafía, para incorporarse a la docencia en el Instituto Comercial de Puerto Montt. Aunque siempre motivado por la pasión lírica que bullía en su espíritu, compartiendo su vocación de maestro con la prosa, el verso y sus inspirados artículos en este Diario, que firmaba con el seudónimo de "Andrés Cea", de elegante redacción y compromiso con las aspiraciones de la comunidad, sobre todo en el campo de la cultura. E incluso intuyendo ya, en ese entonces, el gran futuro universitario puertomontino, que tuvo sus primeros impulsos desde la creativa pluma de Salvador Zurita.
En 1948, éste publicó su primer libro poético "Rumores del Austro", con el auspicio del Ateneo "Vicente Pérez Rosales". Y del cual, el sacerdote jesuita y escritor Eduardo Tampe, en su obra "150 años de Puerto Montt", resalta: "Cada una de sus páginas es un himno a esta tierra", además de reiterar, en otra ocasión, que "Salvador Zurita Mella era un humanista laico, cuya temprana partida de este mundo se produjo porque, ante los ojos de Dios, ya había cumplido sus designios".
En su homenaje, en la actualidad, la Fundación Monteverde reeditó el referido libro del poeta, repartiendo los ejemplares en las escuelas de la Provincia de Llanquihue, para que los estudiantes se empapen del talento creador y amor el terruño de su autor, que sólo pensaba en ayudar al auge de las letras sureñas, como también en otras áreas del progreso local.
Valga el recuerdo de este porteño ejemplar -Salvador Zurita Mella-, que consagró su joven vida a hacer el bien y -pluma en ristre- a descubrir y despertar el genio poético y artístico que palpita en el corazón puertomontino.