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Zombies, princesas y cadáveres se tomaron las calles de Puerto Montt

HALLOWEEN. Pese a la oposición de la religión a esta fiesta, los padres salieron con sus hijos y los acompañaron a pedir dulces, con el fin de que los más pequeños pasaran un buen rato.
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María Consuelo Ulloa

El frío y la lluvia hicieron despertar a los muertos, y es que zombies y calaveras se vieron por las calles de Puerto Montt, donde también las princesas y los superhéroes combatieron el mal.

Niños y también adultos, decidieron desafiar el mal tiempo, y crearon su mejor disfraz para salir a pedir dulces durante la tarde de ayer.

Es así como se vivió Halloween en la ciudad, celebración que hace poco más de una década se ha instalado con fuerza en este lado del mundo, haciendo disfrutar, principalmente, a los más pequeños de la casa.

Aunque la fiesta llamada "víspera de los santos" se ha considerado pagana por la iglesia, los padres de hoy coinciden en que la fecha permite que la familia se reúna y salgan todos juntos a gritar "dulce o travesura". Además, afirman, es una entretención para los más pequeños.

Ingrid Vargas es una de esas mamás, quien este 31 de octubre decidió ponerse una peluca llamativa para acompañar a sus hijos en esta tradición.

"Más que nada, me gusta celebrar Halloween porque nos une como familia y nos incentiva a buscar disfraces juntos. Uno no lo ve en el sentido pagano", comenta la vecina de Valle Volcanes.

En la Población Antonio Varas, Yennifer Rodríguez, coincide con esta afirmación, y señala que decidió acompañar a sus hijos porque "ellos se entretienen", y porque no le ve nada malo a disfrazarse.

Otros, tuvieron sus dudas sobre el tema, pero terminaron cediendo con tal de ver a sus hijos pasar un buen rato.

"Al principio nos cuestionamos un poco, pero después tu ves que se divierten y la pasan bien creando los disfraces", asegura Gloria Maldonado, quien salió con sus cuatro hijos la tarde de ayer.

Pagana o no, lo importante es que Halloween llegó para quedarse en Chile y cada vez más en Puerto Montt, para molestia de algunos y dicha de otros, como los niños, que son lo que más disfrutan esta tradición extranjera.