El impresionante e inveterado deterioro de aceras y calzadas en la céntrica y concurrida calle Antonio Varas, continúa presentándose como el gran problema urbano de nunca acabar en Puerto Montt, que tantas molestias, perjuicios y hasta lesiones provoca en la población local y visitante. Y que de tanto soportarse, llega el momento en que, -al transformarse en rutina-, anestesia y desanima, al extremo de no sólo no reclamar, sino que hasta de olvidarse del problema.
Aún a tiempo, nos sacó de esa inercia desmotivadora el accidente sufrido por una mujer adulta mayor, que resultó con heridas y contusiones en su cuerpo, al perder su equilibrio a causa de uno de los tantos huecos y hendiduras existentes en las destartaladas veredas de la -paradojalmente- comercial y turística principal arteria urbana de la capital regional. Vía que, por lo mismo, debiera ser la mejor conservada, cómoda y atractiva de la ciudad.
El Diario El Llanquihue, especialmente en los últimos decenios, se ha esmerado en alertar periódicamente sobre esta problemática, que tanto incomoda y desprestigia. Incluso, ha habido etapas, en que los propios periodistas de este matutino recorrieron las calzadas y aceras más afectadas por hoyos, trizaduras, desniveles, alcantarillas destapadas, contabilizándolos y señalando las arterias urbanas donde se encuentran; además de llamar al servicio respectivo a solucionar las peligrosas deficiencias viales, por el riesgo que implican para la integridad física de los peatones y de los vehículos en tránsito. Pero, la respuesta fue a medias.
Se sabe que la pavimentación y mantenimiento de calles y veredas es responsabilidad administrativa del Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu) y que la dinámica de las ciudades en su conjunto corresponde a los municipios. Circunstancia por la cual en muchas comunas, ante la falta de presupuesto (o de previsión) del organismo fiscal, la decisión es abordar directamente los trabajos urgentes, empleando alternativas como incluir el aporte de los propios vecinos en obras de menor envergadura.
A estas alturas de la modernidad, y ante el riesgo latente de accidentes por los hoyos urbanos, "no más burocracia y manos a la obra" es lema y deber.