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Tim Burton regresa a la dirección con una banda de niños con poderes

CINE. "Mis Peregrine y los niños peculiares" llega a las salas locales este jueves.
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Amelia Carvallo

Con el hashtag "#Staypeculiar", algo así como "permanece peculiar", el director Tim Burton está promocionando su regreso a la pantalla grande con "Miss Peregrine y los niños peculiares". La cinta fue estrenada el viernes pasado en Estados Unidos y llegará a las salas locales este jueves.

Este filme, el 18 de su trayectoria, cuenta la historia de "Jake" (Asa Butterfield), un chico de 16 años que vive en Florida con sus padres y es muy afín con su abuelo paterno "Abe" (Terence Stamp), quien es asesinado en extrañas circunstancias al comienzo de sus 127 minutos.

Un VIAJE

El nieto decide esclarecer el misterio y para ello viaja, acompañado de una caja de fotos antiguas y la dirección de una isla en Gales que corresponde a un orfanato que fue destruido por una bomba aérea en la Segunda Guerra Mundial. Por una especie de puerta espacio-temporal accede a ese mismo lugar, en un día específico que hay que mantener y repetir por siempre: el 3 de septiembre de 1943.

Ese lugar es presidido por la "Señorita Peregrine" (Eva Green) quien, reloj en mano y pipa en la boca, detiene el instante preciso antes de que la bomba caiga para devolverse al comienzo de ese funesto día, una y otra vez.

"Los Peculiares" son los niños y adolescentes que habitan ese lugar, criaturas que tienen habilidades especiales como ser invisibles, prender fuego al tacto y volar.

Entre ellos, Emma controla el aire y debe ir con zapatos de hierro para no volar, Enoch puede dar vida temporal a objetos, Olive prende fuego con la yema de sus dedos, Bronwyn es pequeña pero con mucha fuerza, Fiona hace crecer plantas, Claire tiene dientes afilados en la nuca, Hugh tiene un enjambre de abejas dentro suyo, Horace tiene sueños proféticos, Millard es invisible y los enigmáticos gemelos enmascarados ocultan un poder.

A ese mundo llega "Jake" para advertirles que vienen tras ellos quienes mataron a su abuelo. Son unos monstruos que comen ojos llamados los "Hollowgasts", comandados por el aterrador "Barrow" (Samuel L. Jackson), un traidor de los Peculiares que perdió humanidad por querer ser inmortal.

El guión

La nueva ficción del cineasta californiano está basada en el libro "El hogar de Miss Peregrine", de Ransom Riggs, un autor estadounidense que al ver el tráiler del filme en mayo pasado confesó que, si bien habían algunas grandes diferencias entre su libro y la película, "Tim (Burton) preservó absolutamente el corazón y el tono del libro".

Cine de autor

Si bien en esta película vuelven a aparecer los pilares estéticos de Burton, lo extraño y desajustado que encuentra su valor en lo peculiar, no alcanza la brillantez de otros de sus filmes como "Ed Wood" (1994), "Beetlejuice" (1988) y "El joven manos de tijeras" (1990).

También surge la pregunta de hasta dónde juega en contra esta repetición y que su estilo siempre lleve adosado el adjetivo de "inconfundible". Más aún cuando el guión carece de fuerza, es confuso en partes y resuelve en lo espectacular los descenlaces.

Otro tanto presenta los caracteres de los personajes, disueltos en demasiado CGI y decorados suntuosos.

El futuro

Entre sus futuros proyectos, Burton acaba de conceder una entrevista al diario español La Vanguardia para contar qué no sabe bien qué viene ahora en su horizonte fílmico. Eso sí, sabe que están escribiendo un guión para una segunda "Beetlejuice", se hizo cargo de los rumores que corren en cuanto a que volvería a protagonizarla Winona Ryder como una "Selma" adulta, idea que dijo "le fascina". Tampoco descartó que haga una versión de "Dumbo", el clásico animado de Walt Disney, con actores de carne y hueso.

Winnerismo dramático

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Marcelo Mellado

Los matemáticos resuelven problemas y para ello elaboran teorías complejas. Los políticos resuelven problemas, toman acuerdos, hacen lobby, recogen el parecer de la gente y dictan leyes (y cometen algunos delitos), esa es su metodología. Cotidianamente todos resolvemos problemas. La vida se trata de eso. A ese nivel estamos de obviedades. ¿Cómo se resuelve un problema? Esto me recuerda el título de un libro de Perec, "La Vida, Instrucciones de Uso".

El personaje de una novela o de una película, por ejemplo, se define como tal porque tiene que resolver un gran problema, también llamado conflicto, el que suele subdividirse en varios más pequeños, llamados obstáculos, los que además se estructuran como una red. Y una red, matemáticamente hablando, se define por vértices, líneas y las regiones que ellas delimitan. Hay muchos modelos para resolver los llamados problemas, dependiendo de la tipología de los mismos. Podemos tener problemas personales, económicos, de salud, etc. Y el método de resolución suele ser el negocio de muchos o la pega de unos cuantos, incluidos los vende pomadas.

El ingeniero comercial Rafael Garay tiene un problema, qué duda cabe. Es común que los problemas que aquejan a los sujetos mediáticos, tengan un efecto perniciosamente mediático para ellos, siendo víctimas de su propia medicina. Si yo trabajara en el área dramática de algún medio televisivo pongo a un equipo de guionistas a trabajar en el asunto, que tiene todos los ingredientes cahuineros de la dramaturgia posmoderna. El personaje es fascinante. Su patología es como la de un protagonista de una serie de Netflix, de esas que aluden a prácticas de poder. Así lo ratifica el escritor Simón Soto que trabaja en el área dramática de un canal televisivo. Todos sus simulacros mediáticos, sus mentiras, dan cuenta de una potente histeria. El protagonismo escénico del personaje lo pone en la vanguardia del winnerismo chilensis. Y la tele abierta chilensis representa el correlato de estas prácticas.

Si hubiera que usar su historia habría que, en un primer episodio, poner al personaje en el aeropuerto, en una unidad narrativa o capítulo que podría denominarse la huida. Todos los elementos que determinaron su rápida salida pueden ser informados en unos racontos o flash back in media res (en medio de la historia). Toda sus relaciones mediáticas y su imagen como economista descalzo o cercano al mundo de los simples consumidores, ocuparía amplios espacio en el relato. Es decir, aparecería en programas de TV, en una competencia de artes marciales, en alguna fiesta con sus amigos mediáticos, seduciendo a una chica rusa por internet o eligiendo una pareja por catálogo y, al mismo, tiempo, captando recursos de pequeños inversionistas.

El paradigma del estafador sicópata se replica en muchos ámbitos de la vida social. Mi sensación es que la mayoría de los parlamentarios y los que se dedican a la política en general tienen ese perfil, muchos de ellos son investigados por la justicia y la crisis política del país tiene que ver con la responsabilidad que ellos tienen en la criminalización de ls prácticas públicas. El mundo de la farándula también es otro ambiente sicopático, determinado por las demostraciones glamorosas, la necesidad escénica y la carencia de empatía con el resto de la gente, excepto algún acto de histeria amoroso, determinado por algún simulacro.

Lo concreto es que el revuelo causado es impresionante, porque simbólicamente es percibido como un síntoma demasiado cercano. De inmediato se piensa en varios como él que han hecho cosas parecidas y con el mismo perfil, y se asume como una crisis país, del país de la subjetividad y de una moral puesta en entredicho. Recuerdo a personajes construidos por la comunidad que representaban al nuevo sujeto chileno, en estos últimos 30 años, siempre con poco espesor moral y mucha ambición, como fueron el Cuesco Cabrera en los 80 y el emprendedor en los 90, quizás podríamos agregarle el especulador o el operador fáctico del 2000, al que se le puede agregar al simple estafador de este periodo.

Hay un modelo literario clásico que ya preveía esta característica chilensis, me refiero a la novela El Socio de Genaro Prieto que podríamos decir que es la historia de un estafador chilensis que inventa un socio inglés, porque eso legitimaría su negocio y representa todo lo que no es el personaje que lo crea. Esta construcción ficticia es el elemento fundamental de la mitomanía chilensis. Tenemos un problema y su solución tiene que ver con eso que llaman cambio cultural.