Así como en nuestro Diario El Llanquihue fuimos punzantes y contundentes para mostrar la inhumana realidad en que indignamente sobrevivía la gente que habitaba al interior del vertedero de Lagunitas, donde recolectaban algunos elementos que comercializaban para el sustento, ahora al conocer la erradicación definitiva de las últimas nueve familias que aún residían allí, en el marco del cierre de ese recinto, con la misma objetividad -pero con un sentimiento de alivio y optimismo, ante la solución de este preocupante caso social-, destacamos el esfuerzo realizado por el bien de esas sufridas personas desde el nivel gubernamental, como de otros valiosos colaboradores a la causa.
En ese relleno sanitario hubo hasta más de setenta familias vulnerables, incluidos niños y ancianos, allí cobijados porque no tenían otro lugar donde establecerse. Hasta que hace algunos meses, a través de un proyecto habitacional del ministerio respectivo, la mayoría salió del basural con sus viviendas definitivas. Mientras a las que aún quedaban se les aportaron subsidios de arriendo de inmuebles, donde permanecer de manera más digna mientras se efectúan los trámites de la casa propia ante el Ministerio de la Vivienda.
Lo mismo ocurrió con los perros que habían quedado abandonados en ese reducto y que eran un peligro para la comunidad radicada en el poblado de Lagunitas. Gracias al espíritu humanitario de las organizaciones animalistas locales, esa compleja problemática también fue resuelta.
Como se ha dicho -y como en este matutino se ha sostenido-, son estas expresiones del flagelo de la pobreza en nuestra sociedad, las que es imperioso extirpar de cuajo. Debiendo ser la primordial prioridad estatal acabar con los campamentos de miseria y evitar que las personas se rebajen al extremo de que para subsistir tengan que ser esclavas de la basura. Esos son también derechos humanos vulnerados, que reivindicar en estos tiempos de los grandes adelantos tecnológicos, pero de tanto atraso vivencial y deshumanización.
Ojalá, la triste experiencia inhumana en el vertedero de Lagunitas, sea la mejor lección para no repetirla y priorizar a fondo el combate de la pobreza.