Puerto Montt y Chile todo conmemoran hoy 18 un nuevo aniversario de la Patria y mañana 19, el Día de las Glorias del Ejército, en medio del jolgorio y buenos propósitos de la población nacional, así como de gratitud hacia los próceres y patriotas que ofrendaron sus vidas por la independencia y soberanía del país hace más de dos siglos.
Aquí, junto al seno del Reloncaví, la isla Tenglo y las cuatro colinas que configuran Puerto Montt, otrora Melipulli, los puertomontinos reciben con emoción y fervor, con festivo espíritu, estas fechas tan especiales, acudiendo antes del mediodía al Te Deum en la Catedral, para agradecer al Señor sus misericordiosas bendiciones de superación espiritual y material, y luego asistir al Desfile Militar en el Campo de Marte en la Costanera. Y, por la tarde, visitar las fiesteras y coloridas ramadas, junto al mar, además de divertirse con los juegos populares.
Que no falte bandera chilena alguna en engalanamiento poblacional y en cada vivienda que la integra. Que todos tengan la posibilidad de disfrutar de la gastronomía tradicional y que, sobre todo, -conforme al llamado de las autoridades-, estas celebraciones se hagan en familia. Con sobriedad, prudencia, cariño y unión. Y que los encargados de movilizar a la gente no consuman alcohol, para que así no haya desgracias de tránsito que lamentar, asegurándose normalidad en los festejos.
La característica reflexión dieciochera, a su vez, insta a ser cada vez mejores hijos de Chile. Lo que significa que perfeccionemos nuestra convivencia cotidiana. Superemos las diferencias y aprendamos a respetarnos dentro de esa diversidad y así marchar -fraternalmente unidos- por los caminos del trabajo, el emprendimiento, y el progreso, en pos de una calidad de vida integralmente mejor. Noble misión, que exige la mayor honradez en su generoso despliegue, donde también deben prevalecer las virtudes de la solidaridad y preocupación por el más débil y desamparado. Que a partir de este aniversario patrio del 2016, renazca un Chile nuevo, misericordioso, capaz de perdonar y de unirse, liberado de las cadenas del resentimiento y el egoísmo. Dispuesto, más que nada, a conquistar la verdadera grandeza de los pueblos, fundada en la fuerza del espíritu y el amor.