Mucho pretérito que mostrar, portentos prehistóricos como Monte Verde y vestigios de civilizaciones que habitaban nuestras costas, sus costumbres, herencia gastronómica, su visión global y del entorno, tienen Puerto Montt y la Provincia de Llanquihue para ofrecer -cual inolvidables sorpresas- al inquieto visitante.
Impregnados de esa conciencia patrimonial, digna de ser conocida por el afuerino, las autoridades y organizaciones turísticas, -los sectores gubernamental y privado-, paulatinamente han ido entendiendo que esta parte cultural tan vital de la industria del turismo -nuestros orígenes-, es tanto o más importante que los incomparables atributos naturales que adornan la región. Y que se complementan de manera ideal, cuando se habilitan los medios y recursos necesarios, para facilitar el acceso a ellos de huéspedes ávidos de renovadas experiencias y conocimientos, según la tendencia del viajero global.
Así, en las últimas semanas, se ha observado como -visionariamente- se hacen denodados esfuerzos por vigorizar el turismo, procurando hacerlo atractivo todo el año, sin estacionalidades desalentadoras. Lidera este fervor el proyecto denominado "Camino Real", con vocación de convertirse en el producto estrella regional, partiendo desde la Cuenca del Lago Llanquihue, Iglesias Patrimoniales de Chiloé y la Patagonia Verde.
Lo mismo ocurre con la mancomunión que impulsan las comunas de Puerto Montt y Calbuco, para concretar la propuesta de potenciar -mediante un corredor turístico- el patrimonio arqueológico existente en el borde costero -donde ambas tienen m mucho que exhibir- que abarca desde Caleta La Arena, en Puerto Montt, hasta Pargua, en el área de Calbuco, además de considerar a todas sus islas.
Puerto Montt mismo tiene su propia ruta patrimonial, con sus barrios antiguos, partiendo de Angelmó; la iglesia Catedral y el templo jesuita con su torre campanario y el órgano musical; Tenglo, con su santuario y gran Cruz; el Museo, que preserva la historia local y rememora la visita de San Juan Pablo II, incluyendo el lugar más pretérito de América, el sitio de Monte Verde, aún sin desarrollar.
El turismo palpita. Es vida y porvenir.