Los recientes Juegos Olímpicos que se realizaron en Río de Janeiro, Brasil, fueron uno de los mejores espectáculos, por la puesta en escena y la enorme calidad de los deportistas. En los últimos años hemos visto a los más grandes exponentes en la historia de la actividad física, como Novak Djokovic, Usain Bolt o Michael Phelps.
Sin embargo, para Chile, los resultados no entregaron lo que los aficionados esperaban. Las opciones reales, considerando el rendimiento de los nacionales durante el ciclo olímpico y sus marcas de clasificación eran muy bajas. Esa situación se reflejó en la competencia, pues nuestros atletas obtuvieron sólo cuatro diplomas olímpicos, que se otorgan a finalistas o a quienes se ubiquen al menos en octavo lugar: la triatleta Bárbara Riveros, la lanzadora de bala Natalia Duco, el gimnasta Tomás González y la pesista María Fernanda Valdés, en una delegación compuesta por 42 deportistas.
Chile no gana una medalla olímpica desde Pekín, cuando Fernando González perdió ante Rafael Nadal la final del tenis. Cuatro años antes había obtenido el oro olímpico junto a Nicolás Massú y el bronce en singles.
En esta ocasión, el país gastó 10,5 millones de dólares en la preparación de los deportistas, una cifra aparentemente alta para nuestra realidad, pero muy menor al lado de las potencias. El presidente del Comité Olímpico Chileno, Neven Ilic Álvarez, dijo que nuestros representantes eran "amateurs compitiendo con profesionales". Una frase dura, pero cierta. Salvo el fútbol -a nivel de Selección- y algunos años del tenis, muy poco hacemos para alcanzar un sitial interesante en materia deportiva. Son esfuerzos individuales y familiares los que han marcado la diferencia en casos exitosos, ya que no existe una política de largo plazo.
Ahora hay que pensar en el futuro. Aún estamos lejos de tomar un rumbo en serio para ser un actor relevante a nivel mundial en el deporte profesional. El deporte no sólo hay que mirarlo como un objetivo de competencia, sino también como forma de vida. Es necesario promover la actividad física con más intensidad en los colegios. Una política de Estado respecto a este tema debería asegurar los recursos para descubrir y potenciar los talentos deportivos.