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Emocionante despedida tuvo el empresario Jaime Almonacid

FUNERALES. Un ritual nunca visto tuvo empresario de Transportes Cruz del Sur, recibiendo el sentido homenaje de la Iglesia, de sus trabajadores, colaboradores y amigos.
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mirta.vega@diariollanquihue.cl

Masiva y emotiva despedida tuvo el empresario de transporte Jaime Almonacid Villarroel, quien falleció el pasado martes 30 en Santiago.

Hasta la capilla del Colegio Inmaculada Concepción llegaron unas 1.500 personas, descontando los que se encontraban esperando en el Parque de la Esperanza.

Familiares, amigos, gremios, políticos, trabajadores y ejecutivos de las empresas que conforman el holding Cruz del Sur, siguieron atentamente el oficio religioso que se prolongó por dos horas y media, con un desarrollo de cumplimiento de todos los rituales, en signo del reconocimiento de la Iglesia a la contribución que entregó en vida el reconocido empresario, según lo destacó el sacerdote jesuita Eduardo Tampe.

En la capilla, la guardia de honor a cargo de representantes de la Gerencia de Transportes Cruz del Sur, fue reemplazada por el personal embarcado de la Naviera, minutos antes del inicio de la misa que comenzó pasadas las 15 horas.

El oficio fue concelebrado por cuatro sacerdotes y dos diáconos, presididos por el Arzobispo de Puerto Montt, monseñor Cristián Caro, quien a su regreso de Colombia se dirigió desde el aeropuerto El Tepual al templo. Hubo emocionantes palabras de reconocimiento, de agradecimiento y de homenaje a quien liderara por 52 años la empresa fundada en 1958 por su padre Juan Almonacid y Mario Marchant, según lo recordara su hermano Orlando Almonacid, gerente de la Naviera Cruz del Sur.

La ceremonia de despedida se inició con las palabras de su esposa, Nancy Schäfer, quien recordó los hermosos y felices momentos que pasaron juntos, y de su difícil partida. "Por Dios que te costó partir y me costó dejarte ir", dijo quebrada por la emoción.

Las palabras de sus hijas fueron los momentos más emotivos de la ceremonia, las que recordaron cada momentos vivido junto a su padre, resaltando las enseñanzas, los ejemplos llenos de virtudes para desempeñarse en la vida. "Nos decía que no es tan importante lo material como la persona". Verónica dijo que dentro de todos los títulos que le atribuía a su padre, el que más le hacía feliz era el del "tata Jaime" y agradeció a su madre "haberlo elegido a él para ser su papá".

María Loretto, también, recordó sus mejores cualidades, sus virtudes de hombre de bien, sus proyectos y los programas pendientes, los juegos con su hijo Joaquín, a quien le prometió su bautizo para su cumpleaños. Verónica inició su despedida con le melodía de la fiesta de Caguach, en mención al 30 de agosto (víspera de Jesús de Nazaret), pensando en que ese día " se formó una gran fiesta en el cielo" con la partida de su padre y recordó también las enseñanzas que heredaron como la justicia, templanza, fortaleza, prudencia, sensatez y mesura, entre otras, recordando los momentos difíciles que pasaron en 1982, logrando salir adelante con la empresa.

Verónica Almonacid, como ex integrante del coro San Javier, al igual que su madre Nancy Schäfer, pidió cantar entre todos, acompañados por el coro, la canción El Rey, de Pedro Vargas, tras su relato en que en la intimidad de su hogar su padre era el único varón por lo que su mujeres lo llamaban El Rey, la canción que más le gustaba a él. También, se recordó su gran fe, su caridad "dando su mano derecha sin saber lo que dio la izquierda", en alusión a la parábola de San Mateo. En nombre de los amigos del café, lo despidió Pedro Andrade, quien rogó por el consuelo y la paz de la familia.

Enseguida, habló el colaborador directo que tuvo por más de 30 años, Patricio Villanueva, quien habló de los sentimientos de tristeza, "porque don Jaime nos unió como empresa y por eso estábamos desde el 19 de julio unidos en la oración", contó ente otras historias que los mantenían ligados al "gran jefe", a quien hoy le agradecen todas las enseñanzas que legó y donde se recordó también su seriedad y sus exigencias y destacó la contribución junto a su padre y hermanos por ubicarlos en un sitial que ha sido destacado a todo nivel.

Entre otros, estuvo el reconocimiento que hicieron lectores de El Llanquihue en el 2007 como el Personaje del Año, y muchos internacionales como España, México, Brasil y Estados Unidos. Eduardo Quiroz, emocionado, lo despidió como amigo y socio del Terminal de Buses "Los Héroes".

Finalmente, sus hermanos Orlando y Luis lo despidieron recordando la labor empresarial, gremial, social, deportiva, como también la faceta humana. Entre otros recuerdos, Orlando comprometió, en nombre de la empresa familiar, seguir con los lineamientos "que nuestro padre nos heredó y que Jaime, fielmente a su compromiso, cumplió a cabalidad; continuaremos en la senda trazada de responsabilidad y compromiso". Después del responso final, a cargo de monseñor Cristián Caro, personal de la Naviera Cruz del Sur entregó la bandera que flameó en el transbordador "Don Jaime" a su esposa, para retirar el féretro, y continuar con unas exequias en el Parque de la Esperanza, en forma privada.