Los 18 de agosto no pueden pasar inadvertidos, sin que se mencione y realice un recuerdo especial de quien falleció en ese día de 1952, tras consagrar su existencia a ayudar los más pobres y desamparados del país: el sacerdote jesuita chileno -canonizado santo el 23 de octubre de 2005 en Roma- Alberto Hurtado Cruchaga, quien fundó en 1944 el Hogar de Cristo para amparar al desvalido. Y en cuya memoria, el Congreso Nacional instauró el 18 de agosto como el "Día de la Solidaridad".
Con el correr de los años, su impresionante y admirable obra de amor al prójimo desamparado, -especialmente los niños y adolescentes, a los que el religioso llamaba "patroncitos"-, se fue multiplicando y expandiendo a lo largo y ancho del país. Un luminoso ejemplo de generosidad, que cautivó a muchos voluntarios seguidores, que fueron dando vida a muchos refugios destinados a socorrer y dignificar a los más pobres entre los pobres. Como se ha hecho en Puerto Montt, desde aquella precursora Hospedería de Cristo Pobre en calle Miraflores, en 1983. Tras lo cual la obra se amplió en calle Buin, para recibir más protegidos, hombres y mujeres, menores y ancianos, sin techo ni cariño. Todos apoyados integralmente, para devolverlos dignos y recuperados a la sociedad. Convicción que sigue firme hoy en día, alentada por un nuevo proyecto para optimizar más todavía ese abnegado servicio, a través de una construcción con más espacio, capacidad, equipamiento y comodidad, para los predilectos del Padre Hurtado en estos confines.
El recordado sacerdote jesuita, que en seis oportunidades vino a Puerto Montt, siempre sostuvo -refiriéndose al auxilio a los más desprotegidos- que la misión personal no puede ser solamente darles consuelo con bonitas palabras y dejarlos sumidos en su miseria, mientras uno se alimenta tranquilamente, sin que nada le falte. El Padre Hurtado se rebelaba contra ello: "El dolor de los pobres debe hacerme mal: la falta de higiene de sus casas, su alimentación deficiente, la carencia de educación de sus hijos, la tragedia de sus hijas… Todo lo que a ellos disminuye debe desgarrarme a mí también", recalca siempre.
En este día, ¡gracias, P. Hurtado, por darnos la oportunidad de seguir tu ejemplo misericordioso!