Junto con celebrarse hoy una de las solemnidades más relevantes de la cristiandad católica, -la Asunción de la Santísima Virgen María a los cielos-, se conmemora también el Día de la Religiosa. Una oportunidad especial para destacar -con profundo reconocimiento- el abnegado apostolado misionero y caritativo de las queridas "madres" en la sociedad.
Las apreciadas religiosas están unidas al Señor, a través de la oración, y conectadas a su prójimo sirviendo a las juventudes en las aulas educacionales, a los más pobres y desamparados en los centros solidarios, a los ancianos desvalidos en los hogares, a los enfermos solitarios en los hospitales, a la niñez en abandono en los refugios para ellos. En Puerto Montt y la región, monjitas de distintas congregaciones, en sus colegios y otras instituciones, aportan lo mejor de sí mismas -con la mayor humildad- sólo pensando en hacer el bien. Y, sobre todo, en la gran tarea educacional, se convierten en segundas madres de sus pupilas y en el último tiempo también pupilos. A quienes guían con el mayor esmero y cariño, consolándoles en sus tribulaciones, alentándoles a la superación y a transitar siempre por el recto camino de la honestidad, la paz y el amor. Por lo que no sorprenderá que cientos de mujeres egresadas de sus aulas sean hoy connotadas profesionales, admirados personajes, pilares en muchas familias y un viviente ejemplo que emular. También, se encuentran entre nosotros desde hace algunos lustros, las religiosas Carmelitas Descalzas y las Adoratrices del Santísimo, dedicadas a la oración permanente. Lo que es un maravilloso pulmón espiritual, que oxigena el alma sureña. Las primeras monjitas que llegaron a Puerto Montt, fueron las de la Inmaculada Concepción, que lo hicieron en 1875, veinte años después de la fundación de Melipulli. Comenzaron cuidando enfermos, para después dedicarse a la docencia, de alta calidad académica y formación valórica. En este día especial, vaya el más agradecido reconocimiento a las generosas religiosas, cuyo abnegado apostolado de servicio y espiritualidad tanto contribuye a humanizar en lo bueno y noble.