Jubilaciones abusivas
Los corruptos políticos de la Nueva Mayoría entraron a gobernar con el engaño de que serían ellos los que pondrían fin a las desigualdades en nuestro país. ¿Y qué han hecho? Las han aumentado a límites ya insoportables.
Nos dijeron que trabajarían para aumentar las bajas pensiones con las que padecen la gran mayoría de los chilenos, pero están ya saliendo y no se ha visto nada de ello. Sólo en una comisión se quedaron.
El partido socialista de la Presidenta Bachelet es hoy día una casta ilustre nacida para cometer actos de corrupción de por vida. En su interior proliferan grupos cerrados repartidos en todos los organismos públicos del Estado y que, haciendo uso de resquicios legales secretos y a su medida, se están robando los recursos económicos de todos los chilenos.
Que más claro ejemplo de lo anterior, es el caso de la jubilación de $ 5.200.000 por 20 años de servicio, de la mujer del diputado socialista Osvaldo Andrade y otros privilegiados, que se han coludido para saquear las cajas de previsión Dipreca y Capredena, las que se financian con los recursos que el Estado les otorga a través del presupuesto nacional; solas no pueden.
Las jubilaciones obtenidas con dineros mal habidos por estos señores, no son producto de sus ahorros previsionales ni de sus años de servicio. Ellos se calculan su propia jubilación de acuerdo al promedio de sus últimas seis remuneraciones mensuales obtenidas y mañosamente incrementadas con bonos y asignaciones por trabajos que jamás hicieron.
Estas jubilaciones con expectativas de vida de 30 o más años, tienen la franquicia única de ser heredables (sin menoscabo) por un familiar que mantenga su estado civil de soltero.
Al otro lado de la vereda, tenemos a los que nos jubilamos por la AFP usando nuestros propios ahorros previsionales, sin incrementos del Estado. Y después de 40 o más años de servicio efectivo y sin trampas, apenas se logra una pensión de $ 200.000 en promedio con expectativas de vida de 10 ó 15 años, pensión que puede ser heredable por algún beneficiario pero con menoscabo.
Existe, entonces, un abismo en monto y en derechos.
¿Qué mayor desigualdad, abuso, falta de respeto y burla inaceptable es esto?
Es un maltrato y daño psicológico enorme para quienes son más vulnerables aún, y reciben una pensión asistencial de $ 80.000, que viene siendo como una mesada del Estado solamente.
Esta es una de las desigualdades que eliminaría el gobierno de la Presidenta Bachelet. ¿Cómo quedamos al final de su mandato, igual o peor?
ALFREDO RADDATZ SOTO.
Queja contra médico
El jueves 26 de mayo pasado acompañé a mi suegra Ema Fernández Pérez, de 71 años, a la Unidad de Urgencia del Hospital de Puerto Montt, para revisar una herida ulcerosa en su pie izquierdo, quien además padece de epilepsia, llegando alrededor de las 10.40 horas.
Fue atendida en uno de los boxes por el médico Álvaro Caba Parra, quien estaba acompañado por un grupo de estudiantes de la carrera de Medicina. El profesional procuró una atención de acuerdo a lo esperable, quien mostró diligencia, empatía y un trato amable con la paciente, indicando procedimientos e indicaciones.
Sin embargo, a las 18.00 horas aproximadamente, el doctor Caba debió ausentarse por unos minutos ante la llegada de una urgencia mayor (un reo de la cárcel de Alto Bonito), por lo que nos pidió que nos mantuviéramos en ese box a la espera de su regreso. En tanto, ello sucedía, por el pasillo se desplazaba el doctor Rodrigo Martínez Herold (cirujano general), quien ingresó al box con prepotencia y preguntó ante los estudiantes en práctica que se encontraba en ese momento: "¿A ver, qué pasa aquí?". Ante ello, le hicimos saber la situación en la que estábamos a la espera del doctor Caba, pero, este otro profesional aplicó burdas técnicas para revisar la herida de mi suegra, a quien le levantó el parche que tenía en su pie en forma brusca y sin ninguna sensibilidad por el dolor que ello le causaría.
Ante nuestros reclamos, el doctor Martínez nos hizo saber que si no nos gustaba la atención podríamos hacer abandono del recinto, además de decirnos, con tono irónico, que si queríamos que él no nos atendiera, no lo haría, lo que a nosotros nos pareció burlesco. Le hice saber que no era la forma de tratar a una paciente que busca atención profesional y que además es una mujer adulto mayor, para quien no tuvo ningún miramiento ni respeto. Expresamos de esta manera nuestra queja oficial contra este profesional, quien en lugar de dar un ejemplo ante los alumnos presentes, hizo todo lo contrario, sin demostrar una pizca de vocación. Al menos, con su comportamiento quedó en duda si es que tiene algo de ella, imprescindible -a nuestro juicio- para ejercer cabalmente la profesión de médico.
La carta oficial de reclamo fue entregada en el Hospital y lo mismo se hará en el Colegio Médico de Chile.
ANA ROGEL HERNÁNDEZ.