Así como las quejas y clamores de soluciones a los agobiantes problemas de la comunidad, se hacen sentir con potencia, sobre todo, a través de El Llanquihue, de igual manera, en objetiva justicia, damos realce a las reacciones oportunas y realizadoras, frente a esas vicisitudes, que van surgiendo de parte de las autoridades responsables de los destinos de Puerto Montt y bienestar ciudadano.
En el caso puntual de la sobrevivencia de familias aún residentes dentro del predio en Lagunitas, donde funcionó tantos años el vertedero y cuyo cierre todavía no logra concretarse, se está haciendo un importante esfuerzo conjunto y coordinado entre el municipio y servicios vinculados, para remediar como corresponde tan apremiante situación social. Todo bajo el alero impulsor de una mesa de trabajo ciudadana, donde concurren las personas directamente afectadas, los vecinos del lugar y las respectivas autoridades. Y de esa manera, armar las reparaciones necesarias a imperativos tales como la urgencia de un techo digno, reconversión laboral y protección de salud, entre otros factores igual de preocupantes como el alto número de hambrientos perros vagos del lugar, la plaga de ratones allí existente, la incierta calidad del agua del sector y la contaminación ambiental dejada por los desperdicios tantos años allí acopiados.
Toda esta problemática ha impedido sanear y cercar el lugar definitivamente. Más aún, si para avanzar en las soluciones, hay que superar la endémica burocracia, regularizar requisitos personales, instalar chimeneas descontaminantes en el área, desratizar el predio y ocuparse de las decenas de perros allí abandonados. Además de tenderse, en la emergencia, una mano de ayuda en alimentos a las familias allegadas al recinto, que quedaron sin trabajo con su clausura y sueñan con otra oportunidad.
Urge incrementar el trabajo solidario y cohesionado de las distintas reparticiones -entre ellas, municipalidad, Vivienda, Salud, Fosis, Sercotec- y, en especial, agilizar la concreción de los objetivos trazados en esta extraordinaria operación humanitaria. Donde concurren tantos escollos, pero que hay que superar, sin mayor dilación, por el bien de esa sufrida gente que no pierde la fe en un futuro mejor.