Entre tanta noticia negativa, que provoca un ambiente pesimista y desmotivador en la región, el deporte, una vez más, salió al rescate de aquel anestesiador desánimo, con la vibrante y resonadora victoria dominical conquistada en el bastión de Chinquihue por Deportes Puerto Montt, al golear 4-0 a Iberia y adjudicarse el cetro de la Liguilla Final, que le confiere el derecho de disputar ante Everton el título de la temporada 2016 y la opción de ascender a la Primera División.
Casi 10 mil personas hicieron estallar de alegría el moderno y bello Estadio junto al canal Tenglo, tras el triunfo albiverde. Y en una demostración de deportivismo de alto vuelo. Corrección ejemplar. Aliento sostenido y motivador. Un determinante y vigoroso impulso a los muchachos de Erwin Durán, reflejado en un logro inobjetable, que pone a "tiro de cañón" a Puertogol para hacer realidad el acariciado sueño de retornar a primera después de un largo decenio.
De esta manera, la humildad aguerrida y laboriosa, la profunda convicción y fe de alcanzar el más alto vuelo, de los muchachos que llevan el velero en el alma, fructificaba llegando a la finalísima del torneo. Y lo que es también muy importante: haciéndolo de la mano de su generosa y estimulante hinchada, que se ha transformado en la fuerza anímica vital e indispensable del plantel porteño cada vez que compite en casa. Un respaldo que, sobre todo, será decisivo cuando se juegue el domingo venidero en Chiquihue la revancha final por el título ante Everton, luego de la primera definición de mañana en Viña del Mar, donde se espera otra actuación memorable de la "tempestad" albiverde.
Ya se vivió en la pasada temporada una instancia similar, tensa y dramática, que Puerto-Puerto convirtió en el ascenso a la Primera B, merced a su indomable garra, confianza en sus medios, temple ganador e inquebrantable voluntad de avanzar siempre y nunca retroceder.
Pues bien, estas son las virtudes que la escuadra porteña tiene que hacer relucir en esta gran definición final. Ya lo hizo antes y lo hará otra vez. Más todavía, si se trata de volver a la máxima categoría del fútbol profesional chileno, que Puerto Montt merece.