¿Qué hombre hay entre ustedes que si su hijo le pide pan, le dará una piedra, o si le pide un pescado, le dará una serpiente? Esa cita del Evangelio según San Mateo, refleja la molestia que viven los pescadores de nuestra Región de Los Lagos, y no sólo del archipiélago de Chiloé, quienes no han recibido de parte del Gobierno de turno una respuesta acorde a la real dimensión de la crisis que enfrentan.
Y es que el anuncio de la autoridad regional, que luego fue repetido en la misma forma y contexto por el ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes, en un intento por reducir el ámbito político del conflicto y sacarlo desde las puertas de La Moneda para acotarlo a una sola cartera, fue un completo fracaso. Un bono de 100 mil pesos por seis meses es sencillamente subestimar los efectos de la Marea Roja en el bolsillo de miles de familias que dependen del mar. El aumentar ese bono a 300 mil pesos por una vez y entregar $150 mil pesos por los tres meses siguientes es sólo una trampa matemática. Si se divide el total de la segunda oferta por seis, arroja 125 mil. En definitiva, sólo incrementaron el bono original en 25 mil pesos por cada mes.
Pero más allá de las cifras, la problemática de la Marea Roja requiere de una discusión a largo plazo, que considere análisis científicos y sociales. Aquí falta proyección de escenarios, en cuanto a la floración de algas nocivas en el mar, y a sus verdaderos efectos en tierra. Un tema tan sensible que es el conocer a la totalidad de los afectados por el fenómeno aún no se logra. Hay miles de familias que dependen del mar, pero que no aparecen en los registros como pescadores artesanales. Debemos buscar soluciones, y aprender, para que esta compleja realidad no vuelva a repetirse.
Hasta el momento de escribir estas opiniones mi Región de Los Lagos, el espacio en el que crecí y me desarrolle y del cual formo parte, seguía fragmentado y con sus vías cortadas. En ese escenario miles de madres de Maullín, Calbuco, Estaquilla, Quenuir, La Pasada, Lepihué, Carelmapu y de tantos puntos de Chiloé seguían aisladas y preocupadas por su futuro. Sencillamente les faltó un padre, que les entregue un pan cuando tienen hambre, y no les ofrezca una piedra envuelta en centralismo.
Por Jaime Brahm Barril,
ex intendente de la Región de Los Lagos