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Un hombre justo y un servidor público ejemplar

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Por Michelle Bachelet

En momentos muy difíciles para Chile, cuando la patria buscaba la manera de sacudirse el peso de una larga dictadura, Patricio Aylwin Azócar, junto a un grupo excepcional de hombres y mujeres, hizo posible el reencuentro de los demócratas y la unidad que tanto necesitábamos.

Es un legado que ha marcado nuestra historia reciente y que no será olvidado jamás: la unidad, la paz de Chile, está por sobre cualquier consideración mezquina.

Le correspondió, como Presidente de la República, encabezar y conducir un período muy complejo. Los enclaves autoritarios de la democracia recién recuperada eran muchos y profundos. No en vano nos ha tomado más de 25 años acabar con algunos de ellos, como el sistema electoral binominal.

En ese escenario, con fuertes restricciones que limitaban el poder del nuevo gobierno, don Patricio Aylwin optó siempre por privilegiar lo que unía a los chilenos por sobre lo que nos dividía.

No se resignó, trabajó por su país, en toda su amplitud y diversidad. Trabajó por la reconciliación, por hacer de Chile una patria de hermanos fundada en la verdad.

Y tuvo el coraje de pedir perdón, a nombre del Estado de Chile, por las brutales violaciones a los derechos humanos cometidas en dictadura.

Su obra es sólida y no puede ser desmentida: cuatro años después, el Presidente Aylwin pudo entregar el gobierno con un país pacificado, con avances significativos en verdad y justicia, con una economía en crecimiento e importantes reformas al modelo económico-social impuesto a Chile por la fuerza de las armas.

Así, el Presidente Aylwin representó la capacidad de un país de superar los sectarismos y la incomunicación.

Y se entendió a sí mismo como representante no sólo de sus partidarios, sino de una nación entera, restituyendo a Chile el orden institucional y republicano que jamás debió haberse perdido.

Como hombre de derecho no sólo dedicó años importantes de su vida a la labor académica, sino que encarnó en sí mismo el afán de reestablecer la legitimidad de las instituciones. De establecer la supremacía de la razón sobre la fuerza; de la ley sobre el avasallamiento; de un Estado al servicio de su pueblo y no en su contra.

Encarnó, también, una idea del servicio público como entrega desinteresada a la patria.

Su ejemplo de ciudadano recto y austero nos impone entre otras cosas la tarea de recuperar el sentido profundo de la acción política: servir a los demás y servir a Chile por sobre todas las cosas.

De este modo, Patricio Aylwin fue gesto y acción, fue pasión por los ideales que representaba y realismo en el alcance de cada paso que podía dar nuestra patria.

Fue el republicano que descorrió el tupido velo que por años ensombreció a nuestra patria y el rostro de un Chile que reconocía sus heridas y comenzaba a sanarlas.

Es a ese Presidente de todos los chilenos a quien despedimos y a quien nunca olvidaremos.

"Es un legado que ha marcado nuestra historia reciente y que no será olvidado jamás: la unidad, la paz de Chile, está por sobre cualquier consideración mezquina".

"Su ejemplo de ciudadano recto y austero nos impone entre otras cosas la tarea de recuperar el sentido profundo de la acción política: servir a los demás y servir a Chile por sobre todas las cosas".