Un recuerdo que continúa perdurando -con profunda nostalgia- en el alma puertomontina, es el del fallecido sacerdote José Fernández Pérez, gran impulsor del desarrollo de la Población Techo para Todos, después del terremoto de 1860. Cuya memoria será honrada el próximo miércoles 6, a las 19 horas, con una santa misa en la iglesia Cristo Salvador, oficiada con motivo del décimo sexto aniversario de su muerte acaecida en Santiago de Compostela, España, el 6 de abril de 2000.
El Padre José Fernández llegó a Chile en 1953 y recibió la ordenación sacerdotal el 39 de mayo de 1955 en Puerto Montt, consagrando su vida religiosa al servicio de la comunidad de la Parroquia San Antonio de Padua de Bellavista y Techo para Todos. Donde unió a su misión de evangelización, el impulso a una gran obra de progreso integral humano y urbanístico. La que tuvo su apogeo tras la catástrofe telúrica de 1960. Organizó, con fervor y entrega, la recuperación de los efectos del sismo a los habitantes de Bellavista.
Así, en 1960-1987, fueron brotando obras de adelanto admirables: la Corporación Fe, Unión y Esfuerzo y la Cooperativa Techo para Todos; la primera piedra del templo Cristo Salvador; el Club de Rehabilitados Alcohólicos Sol Naciente; el Club de Hipertensos; los Clubes de Ancianos San Antonio y Cristo Salvador; la Escuela Básica y el Liceo Científico Humanista Peñihue, además de la Escuela Básica Santa María; la Octava Compañía de Bomberos; el Centro de Salud Familiar; el Centro Comunitario Laura Vicuña para los más pobres y el Deportivo Unión 10 de Junio, entre otros.
Tan extraordinario progreso humano y material -liderado tan generosamente por el Padre José Fernández- logró un merecido reconocimiento nacional, cuando el 12 de febrero de 1975 se le confirió al religioso la Orden al Mérito Bernardo O'Higgins, por su servicio al país. Homenaje que recibió con su consabida humildad, agradecido del Señor por la oportunidad de servir a su prójimo en lo espiritual y material, especialmente a los más modestos, vulnerables y desamparados. Los cuales pudieron, así, alcanzar una vida digna y más feliz, al amparo del pan, techo y abrigo, fe y esperanza, que les ayudó a forjar -en sus momentos más difíciles- el inolvidable Padre "Pepe".