Cada cierto tiempo, jóvenes deportistas porteños del ciclismo y el remo, prestigian a Puerto Montt y sus habitantes con brillantes cruzadas deportivas, tanto en el plano nacional como internacional, que, desde luego, provocan orgullo, satisfacción y esperanza en la ciudadanía, incluso entre quienes no son muy aficionados a la cultura física.
Es de suyo alentador y grato, en estas circunstancias, comprobar que -pese a todas las tribulaciones negativas que asuelan a todo nivel- continuamos teniendo una juventud saludable y sana de espíritu, que se esmera fervorosamente en desarrollar sus aptitudes deportivas. Y siempre empapados de la convicción de superarse y de lograr marcas que honren a su terruño.
Hace poco, tanto los bogadores como los pedaleros hicieron grata noticia con magníficos resultados en justas sudamericana y nacional. Mientras los remeros juveniles Victoria Hostetter y Eber Sanhueza, conquistaron medallas de oro, los ciclistas Édison Bravo y Patricio Almonacid lideraban el plantel puertomontino que obtuvo el cetro del Campeonato Nacional de Ruta, librado en Linares.
Se trata de un semillero de promisorios deportistas, que sobresalen por la mística y constancia con que trabajan sacrificadamente para desarrollarse y e ir mejorando marcas y resultados.
Y se habla de esfuerzo y sacrificio, porque tanto el remo como el ciclismo en Puerto Montt carecen de la indispensable infraestructura que significan la Casa de Botes, para la muchachada de los remos, y el Velódromo, para los deportistas del pedal. Dos sueños que no han podido desatarse de las buenas intenciones y de burócratas escollos, pese al clamor de estas postergadas disciplinas en materia infraestructural. Y no obstante lo cual sus aguerridos cultores no paran de batallar para estar preparados, aunque sea artesanalmente -por falta de medios-, pero con enorme voluntad y corazón, en pos de los laureles y honores de la victoria.
Tanto el remo como el ciclismo, sin duda alguna, han hecho sobrados méritos como para justificar el adecuado y digno equipamiento, que por tantos años anhelan y claman sus cultores y adeptos.