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Cómo es el trabajo de un buzo que limpia las jaulas con salmones muertos

TESTIMONIO. Operario revela las precarias condiciones de seguridad y expone el temor que se apodera de ellos, al estar trabajando con peces en proceso de descomposición.
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Erwin Schnaidt Ávila

De sus 38 años, al menos 15 los ha dedicado al trabajo como buzo básico en salmoneras, prestando servicios a través de contratistas. Pero este último mes ha sido particular. Se ha desempeñado en tres centros de cultivo retirando mortandad, tras el surgimiento del bloom de microalgas que generaron la pérdida de 23 millones de peces.

Esta tarea no ha sido fácil. Junto a sus colegas, asegura que han tenido que descender a profundidades no permitidas por la autoridad, ya que el buzo básico sólo puede bajar hasta 20 metros. A ello suma la falta de implementos de seguridad para desempeñarse en un medio repleto de peces muertos y en descomposición.

Su mayor temor es qué pasa si por accidente un buzo bebe agua de esos centros de cultivo. Y reconoce que el aire que les envía el compresor, está "contaminado" con el hedor que emana de esa mortandad. "He visto cómo las aves caen a la jaula. No pueden volar, por el ácido (sulfhídrico) que absorben con el alimento", reconoció a través de una carta que envió a la CUT Llanquihue.

Acepta a dar su testimonio, condicionado a que no se le identifique. Explica que tampoco ha reclamado, por temor a perder su trabajo, misma condición en la que -asegura- están cerca de 950 buzos básicos que están desempeñándose en estas tareas de limpieza de las balsas jaula de 38 centros de cultivo afectados. "Si nos paramos nosotros o el supervisor, no servimos y llegan otros para hacer lo mismo. Eso sucede en cualquier lugar", reveló.

Desde las 6 de la mañana

Su labor se extiende de lunes a viernes, en turnos de 24 horas. Cuando su trabajo comienza a las 8 de la mañana, se levanta dos horas antes, porque sólo el viaje es de 60 minutos.

Una vez en el lugar junto a sus compañeros, que pueden ser entre seis y ocho, son llevados en botes hasta las jaulas, a unos 20 minutos de la costa. Una vez en esas instalaciones flotantes, el supervisor recibe las instrucciones del jefe del centro para disponer el trabajo a realizar, que puede ser reparación y mantención de redes, así como el retiro de mortalidad de peces.

Sin embargo, en las últimas cuatro semanas, esta última labor se ha intensificado a niveles que superaron todo registro. "Trabajamos en Aysén para el tiempo del (virus) ISA. Fue casi la misma cantidad, pero lo detectaron más rápido. Igual sacamos mortalidad grande, pero no estaba tan descompuesta como ahora", recordó.

Para ello, son apoyados por pontones de bombeo (yoma). "Tenemos que mover los peces a esa yoma, para que puedan meterse. O si no, ir a buscarlos para acercarlos y que los succione", dijo.

Especificó que para eso tienen que bajar hasta 28 metros, pero el permiso de buceo fija un límite de 20 metros. "Eso lo sabe todo el mundo, pero nadie hace fiscalización. Sernapesca llegó una vez. Estuvo como una hora y media y se fue. No he visto a los marinos, ni de día ni de noche", reveló.

Junto con ello, también se deben ver enfrentados al mal olor que emana del pescado descompuesto. "Es como meterse en un pozo negro. Esa hendiodez llega como a 300 metros de las jaulas", ironizó.

Asegura que las condiciones en las que se desempeñan, atentan contra la salud de los buzos. "Uno pide mascarillas, y no hay. Más encima, tenemos que tomar con la mano los pescados podridos que están en el agua. Y usamos los guantes que tenemos nosotros nomás. La empresa mandante ni siquiera dice: 'Muchachos, ahí tienen guantes de nitrilo o especiales'. No. Buzos al agua nomás".

De acuerdo a sus cálculos, cada buzo permanece 30 minutos bajo el agua. Tras subir a la superficie, no abandonan el centro de cultivo hasta que termina el turno.

"Hacemos un turno al día. Son como cinco a seis horas que estamos en el centro, viendo a los otros buzos que bajan, haciendo maniobras, cualquier cosa que nos pidan", explicó.

Afirma que su sueldo mensual llega a los $ 550 mil, pero que ante las actuales condiciones "no vale la pena exponerse a esto. Es harta pega, todo el día, sin comer a veces. Nos piden que hagamos turnos de noche, y cuando subimos quedamos a la intemperie, con la ropa húmeda".

El buzo básico considera que este trabajo se extenderá por al menos una semana, ya que todavía existe una importante mortandad en esas instalaciones.