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Los niños con hermanos menores realizarían más ejercicio

INFANCIA. Esta condición familiar hace que los niños jueguen más tiempo y los padres controlen mejor su alimentación, según un estudio.
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Pamela De Vicenzi

Un estudio de la Universidad de Michigan (EE.UU.) encontró que los niños que tienen uno o más hermanos pequeños tienen menos riesgos de desarrollar obesidad.

Los hallazgos, publicados en la revista Pediatrics, afirman que los juegos entre hermanos constituyen una actividad física que a la larga es saludable durante la infancia.

Los autores del estudio explicaron que esto no prueba que ser hijo único es la causa de la obesidad y tampoco demuestra que tener más descendientes asegura que los niños mayores tengan un peso saludable.

Los beneficios

La vertiente de la investigación es el hecho que los padres pueden hacer cambios de estilo de vida luego de agrandar la familia, con el fin que sus hijos tengan más horas de juego al aire libre y menos tiempo de encierro o sedentarismo. Esto corre también para los hijos únicos.

"Es posible que cuando hay un hermano más joven en la familia, un niño puede ser más activo, por ejemplo, cuando corre más con su hermano", señaló Julie Lumeng, académica de la Universidad de Michigan y autora principal del estudio.

La especialista en pediatría añadió que "tal vez las familias tienen más probabilidades de llevar a los niños al parque cuando hay un hermano más joven, o tal vez el niño tiene menos probabilidades de ser sedentario, de ver la televisión, cuando hay un hermano más joven para hacerlo participar en juegos más activos".

Esto también puede suceder durante la comida, ya que hay una mejor organización por parte de los padres en elaborar el menú y que cada uno coma lo que corresponda. En cambio, ya sea por consentimiento o excesivo control, los hijos únicos poseen una mayor tendencia a desarrollar malos hábitos alimenticios.

Jerica Berge, especialista en medicina familiar de la Universidad de Minessota, comentó respecto del estudio de Lumeng que hay prácticas por parte de los padres que pueden perjudicar la alimentación infantil. Por ejemplo, cuando restringen la cantidad de comida o los presionan para que coman más de las porciones recomendadas.

En cambio, "cuando llega un nuevo hijo, los padres pueden relajar su preocupación por los comportamientos de alimentación del niño mayor, lo que le permite responder a sus propias señales de saciedad y autorregular su alimentación", indicó Berge, citada por el portal Medical Daily.

Las cifras

Lumeng y su equipo de investigación realizaron un seguimiento a 697 niños estadounidenses, desde su nacimiento hasta los seis años.

Al final del estudio, los niños sin hermanos fueron más propensos a tener un peso mayor que el promedio para su altura, en comparación a sus compañeros que sí tenían un hermano o hermana menor.

El seguimiento tuvo ciertas limitaciones, ya que entre otras cosas no consideró los factores ambientales y familiares de los pequeños participantes, tales como el divorcio de los padres, la cesantía de los mismos y otros eventos de tal importancia. Este tipo de situaciones también puede fomentar la obesidad, señalaron los autores.

El estudio constató el hecho de que los niños con hermanos pueden tener mayor actividad física y que los padres son los llamados a fomentarla. Distinto resultado podría tener si existen factores como el cuidado del peso de la madre antes y después de la lactancia o la presencia de diabetes en los antecedentes preliminares. Por esta razón, sostiene el estudio, es necesario realizar nuevas investigaciones.