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Adultos mayores piden más geriatras y más espacios en los sectores públicos y privados

LOS LAGOS. Contar con especialistas e infraestructura adecuada, son algunas de las necesidades que presenta este segmento de la población que sigue creciendo en el país.
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Vicente Pereira Parra

El que un adulto mayor tuviese problemas para acceder a un baño en un centro de atención de una empresa telefónica, es uno de los inconvenientes que tienen que enfrentar a diario quienes forman parte de este segmento de la población que se encuentra en franco crecimiento a nivel nacional.

De acuerdo a la Casen de 2013, los adultos mayores corresponden al 17% (146 mil personas) de la población de la región. Sin embargo, esta cifra aumenta en torno al 10% para este año, según datos del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama).

"Hay instituciones y partes donde nos miran como lo peor, pero se olvidan de que todos vamos para allá", reclama el consejero regional de los adultos mayores, Hipólito Jerez.

El consejero alega porque hoy se requiere de una mayor infraestructura como para ellos. Por ejemplo, de baños públicos de mayor acceso.

Lo mismo para que puedan tener mayores facilidades a la hora de realizar trámites, como en los bancos.

Al reclamo de Jerez, se suma el de la presidenta de la Unión Comunal de Adultos Mayores, Fabiola Oyarzún, quien demanda que los servicios públicos cuenten también con baños a los cuales ellos puedan acceder. Pero uno de los temas que preocupan es que se cuente con un geriatra. "Hay uno solo en Puerto Montt y nosotros estamos pidiendo uno", reitera. También es necesario que exista un horario especial en los consultorios para ellos. "Hay que estar antes de las 6 de la mañana en los consultorios", anota.

Adriana Maldonado, coordinadora regional del Senama, acusa que otro de los grandes problemas es que los jóvenes no se "ven desde el otro lado. No piensan que llegarán a ser adultos mayores. Y ese es uno de los grandes problemas".

Lo mismo que los inconvenientes estructurales que hoy presentan las comunas, que no permiten el acceso a toda clase de personas, como adultos mayores y embarazadas.

En tanto, la directora regional del IPS, Tabita Gutiérrez, señala que hoy existen estándares distintos en su servicio, que es donde acuden los adultos mayores en estos momentos para realizar algunos trámites, como el pago de las pensiones y beneficios del Estado.

Gutiérrez cree que la empresa privada tiene que avanzar en contar con una infraestructura que permita a este segmento de la población disponer de un mejor servicio.

La personera coincide con los dirigentes de los adultos mayores, respecto a que se requiere de más espacios para ellos.

Por eso, estima que desde Concepción y hacia el sur se debiera contar con un hospital geriátrico.

"Deberíamos ir avanzando en la especialización de la atención y no sólo médica, sino que a diario. Son una población que tiene cuentas de luz, de teléfono y cable", subraya.

Cultura de silencio

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L e prometí a mi prima violinista que vive entre Granada y Berlín, dedicada a tocar en una orquesta, que le dedicaría un texto sobre el silencio. Ella, además de música es escritora y, la ausencia del sonido, valga la paradoja, tiene para ella un efecto musical y estético potentísimo. El ruido, en cambio, es peyorativo comunicacionalmente. Vivimos en ciudades ruidosas, brutal y patológicamente ruidosas. Y aquí la palabra no sólo tiene una acepción física o material, sino cultural. Conspirativamente hablando nos programan para vivir en un ambiente de ruido y para producirlo. No quiero sofisticarme y hablar de contaminación acústica, porque se trata de algo más complejo. Nuestra cultura es estridente. El chillido y el griterío, el bocinazo, el sonido industrial y la violencia naturalizada de la calle se nos ofrece como el modo canónico de vivir el espacio público. Volviendo a lo de mi parienta, cuando la paseaba y le mostraba Valpo, a ella le impresionaba la arrogancia impúdica del sujeto chilensis a la hora de apropiarse de la calle. En general a todos nos gusta la festividad o el carnaval, pero no como algo cotidiano que necesariamente desvirtúa la fiesta popular, producción sonora que está definida por su carácter ocasional. Ruido es, también, la basura instalada como decorado del paisaje urbano, así como la mierda que tapiza las calles, los rayados, la soberbia carretera de la subcultura pendejística o la agresión neopanketera que se apropia invasivamente de algunos espacios de la ciudad, exhibiendo una actitud agresiva y desafiante con respecto al resto de los ciudadanos. Es un quiebre de la continuidad del paisaje o es un sucedáneo degradado de la subversividad resistencial, fuera de época. Nos imaginamos que para el desarrollo de una subjetividad plena, es necesario el silencio como estado de quietud. No sólo por un tema reflexivo, de las llamadas tecnologías del yo que inauguran la episteme moderna, con la introspección y el autoconocimiento, parafraseando a Michel Foucault, sino por un tema de diseño de sujeto y de ciudadano.

El ruido es criminal, es violencia contra la ciudadanía; una de las reivindicaciones para un muevo modo de habitar las ciudades debiera estar ligada a la producción de un silencio necesario para una vida plena; se nos debiera educar al respecto. No se trata de proponer una ciudad monacal, pero sí neutralizar la barbarie que amenaza la vida pública. Parte de estas reflexiones surgieron de la lectura que hizo mi prima de un cuento que yo escribiera llamado "La Felicidad de los Otros", en que un narrador personaje, algo sicótico, no soporta, precisamente, el ruido celebratorio, infernal e impúdico que impera en su comunidad cuando se generan situaciones festivas, como cuando padecemos un cumpleaños en una mesa contigua en un restorán; algo parecido ocurre con el gorilón básico que grita un gol de su equipo o con el tocador de tambores. El personaje de ficción ejerce la solución fascista, la fantasía criminal, la de exterminar al ruidoso y al que se apropia impunemente de espacios públicos, quemándolos vivos. El mismo fascismo que ellos imponen a los vecinos que deben salir por la mañana a barrer los restos de un carrete que aconteció en la puerta de sus casas, como me toca presenciar en la patrimonial ciudad de Valpo. Cualquier proyecto cultural moderno debe suponer una política del silencio, que es algo más qué comparecer calladitos en la vía pública.

POR Marcelo Mellado*

* Escritor y profesor de Castellano. Es autor de "La batalla de Placilla" .

Las lecturas del Chapo Guzmán

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El escritor italiano Roberto Saviano, de quien Joaquín Guzmán tenía el libro "Cero, cero, cero: cómo la cocaína gobierna el mundo", al momento de su detención (sobre su cama), ha dicho que el jefe del cartel de Sinaloa cometió el error de tener muchas amantes y que la entrevista con Sean Penn fue otro error, pero guiado por "la necesidad de ser contado por Hollywood, porque sabe que Hollywood no contará nunca los mecanismos reales de su poder". Por su parte, el escritor español Arturo Pérez Reverte -autor de la novela en la cual se basó la teleserie "La reina del sur", protagonizada por Kate del Castillo-, contó al diario "El País" de España que entre Chapo y Kate existe una "mutua fascinación" debida al rol de Teresa Mendoza que interpretó la actriz mexicana. Mientras tanto, y a la espera de su extradición a Estados Unidos donde lo enjuiciarán por una supuesta conexión con doce asesinatos, informan que su comida la prueban primero perros policiales para prevenir intentos de envenenarlo y que constantemente lo reubican de celda. Cansado de la huida, estos días tras los barrotes han puesto depresivo al Chapo, razón por la cual sus celadores le han pasado, para animarlo, "El Quijote de la Mancha".

Los mejores viajes literarios de EE.UU.

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Entre los artículos publicados por Atlas Obscura en su sitio web hay un mapa que marca ciudades y lugares mencionados en 12 libros, con los viajes más épicos por Estados Unidos. El mapa traza puntos de relatos inolvidables como las novelas "Pasando fatigas" (1872) de Mark Twain, "En el camino" (1957) de Jack Kerouac, "Viajes con Charley" (1962) de John Steinbeck , o bien las experiencias extremas que anotó en "Salvaje" (2012), el diario de viaje de Cheryl Strayed, quien recorrió la ruta llamada de los Apalaches o Pacific Crest, que cubre desde el sur de California hasta Portland. Para los fans de Francis Scott Fitzgerald está el viaje que emprendió junto a Zelda en 1934, conduciendo desde Connecticut a Alabama ("El crucero de la chatarra rodante") y el de Peter Jenkins en 1979 junto a su perro Cooper, desde Nueva Orleans a Nueva York ("A walk across America". Los motorizados también tienen cupo acá, como lo prueba el recorrido en moto que hizo en 1974 Robert Pirsig por toda California y la melancólica huida que tuvo William Least Heat Moon en su van por tres meses después de separarse de su mujer, siempre tomando las rutas a pequeños poblados y evitando las grandes ciudades.