El vandalismo -irracional y destructivo- vuelve a hacerse presente en nuestra ciudad. Esta vez a través del dañino accionar de antisociales que han causado serios estropicios sobre el equipamiento e instalaciones del alumbra público en por lo menos 20 sectores poblacionales de Puerto Montt. Los que han quedado en penumbras y con serias dificultades de iluminación nocturna, particularmente en la zona de Modelo. Situación que insta a pensar en un accionar concertado de grupos delictivos, que acaso podrían estar planificando robos en algunos barrios. Los antecedentes, en todo caso, ya están a disposición del Ministerio Público, que se encargará de dilucidar el caso y de identificar a los malhechores para que sean sancionados en rigor.
Los riesgos ciudadanos, al estar expuestos a los robos y asaltos, que quedan al descubierto a través de estos repudiables embates delictivos, que periódicamente suelen aflorar en los ámbitos de la capital regional, deben ser frenados de inmediato y extirpados a fondo. Porque los atentados a la tranquilidad y seguridad públicas deben ser erradicados de raíz de nuestra sociedad, porque se trata de valores soberanos que no deben ser perturbados, pues son el más preciado capital de toda democracia libertaria y desarrollista.
En el historial de Puerto Montt, uno de los escollos que siempre han debido enfrentar las autoridades comunales es el de la delincuencia vandálica y dañina. Lo que los obliga a realizar cuantiosas inversiones en la reposición de obras de adelanto destruidas, entre otros, como luminarias, faroles, bancas, señalética, ventanales, publicidad, jardines, obras de ornato… Recursos que, inapelablemente, dejan de reforzar áreas sociales más urgidas y dignas de apoyo de la ciudad.
Puerto Montt, -sobre todo por que se encuentra empeñado en consolidar sus fortalezas dentro de la industria del turismo-, amerita el mayor de los cuidados en materia de limpieza, orden y hospitalidad. Es la casa grande de todos los puertomontinos, que cada uno debe preservar con el mayor esmero y cariño. Tal como si se tratase de su propio hogar particular.
Por eso es que el combate a los destructores de la ciudad, debe ser frontal y definitivo.