Con el deceso del empresario ecologista estadounidense Douglas Tompkins, la zona sur austral de Chile ha perdido un indispensable soporte y centinela -precursor y futurista- en el cuidado y preservación de la excepcional diversidad y riqueza de sus recursos naturales, flora y fauna. El más importante capital de desarrollo regional, sobre todo, a través del impulso a una de sus más influyentes palancas de progreso como lo es la industria del turismo.
Con su radicación en nuestra zona, a comienzos de los años 90´, tras conocer la Patagonia en 1968, impresionado por tan extraordinariamente bellos, prístinos y edénicos tesoros naturales, sintió el llamado -hondo y conmovedor- de su vocación comprometida con el resguardo de la integridad de la Naturaleza. A la que era imperioso librar de la voracidad depredadora humana, como de otras perturbaciones alteradoras de su injerencia en el equilibrio ecológico, según lo tristemente experimentado en otras partes del globo. Lo que significó que Douglas decidiera hacer grandes inversiones y esfuerzos en esa fundamental misión, naciendo así los parques Pumalín, Corcovado, Yendegaia y Patagonia, algunos de los cuales obtuvieron la calidad de santuarios naturales.
Consciente de la vastedad de sus territorios adquiridos y de su importancia para Chile, Tompkins inició una progresiva cesión de ellos al Estado nacional, confiado en que sabrá mantener intacta la integridad ecológica de tan portentosas reservas naturales.
Leales a esos principios, la esposa, Kris, del fallecido empresario ecologista, y sus más cercanos colaboradores -como lo acaban de reiterar a El Llanquihue- han decidido continuar, con el mismo fervor de su artífice, la gran obra de resguardo del entorno natural de la zona austral. Absolutamente compenetrados de estar cumpliendo una tarea clave en el equilibrio global y un aporte al auge del turismo. Y para lo cual los primeros pasos fueron los que dio Douglas Tompkins, hace más de dos decenios, cuando se instaló en Palena, sembrando el señero ejemplo de vigilante conciencia de protección y sustentabilidad del medio ambiente natural. Comportamiento ya ingresado al alma sureña, pensando en las futuras generaciones y en el resguardo del planeta.